LA LOGIA “LAUTARO”

Francisco de Miranda, el venezolano “Precursor de la Independencia Americana”, como le gustaba autodenominarse, fue Gran Maestre de la “Logia Americana” en la que se iniciaron Simón Bolívar y José de San Martín, al igual que Zapiola y Alvear de la Argentina; O’Higgins y Carrera, de Chile; Montufar y Rocafuerte, de Ecuador; Valle, de Guatemala; Nariño, de Colombia.

San Martín, Alvear y sus compañeros de viaje en la “George Canning” crearon en Buenos Aires la logia “Lautaro”, entidad secreta a semejanza de la de Londres, con el propósito de ejercer una influencia decisiva en los medios militares y políticos. Es interesante que su nombre aluda a un indómito cacique araucano que combatió contra los conquistadores españoles en territorio chileno. ¿Indica eso que ya de antemano estaba decidido el cruce de los Andes siguiendo planes que San Martín conoció en Londres, como el de Maitland descubierto por R. Terragno?.

Poco se sabe de dicha logia, cuyo funcionamiento quedó oculto por juramentos que obligaron, por lo menos, al honor de sus componentes. Salvo aquello filtrado en alguna correspondencia imprudente de Rodríguez Peña y las listas de una parte de sus integrantes y la aclaración sobre sus finalidades que haría, bastante tiempo después, el ya anciano general Zapiola al hábil Mitre.

Se sabe positivamente que fue establecida en Buenos Aires entre mayo y junio de 1812, que funcionó en domicilios privados que variaban según lo exigiera el recato de sus tenidas, y que había cinco grados en sus componentes; en los primeros los neófitos eran iniciados en los principios de fraternidad y mutua cooperación; en los superiores se les advertía de las finalidades políticas, independencia y Constitución, que debían cumplirse; en el último, de obedecer a sus matrices extranjeras.

Por la regla de la logia los hermanos elegidos para una función militar, administrativa o de gobierno debían asesorarse por el Consejo Supremo en las resoluciones de gravedad, y no designar jefes militares, gobernadores de provincia, diplomáticos, jueces, dignidades eclesiásticas, ni firmar ascensos en el ejército y marina sin previa anuencia de los Venera­bles del último grado, que serían así el verdadero gobierno del país. Tanto más fuerte y temible cuanto era oculto. Era la ley primera “ayudarse mutuamente, sostener la logia aun a riesgo de la vida, dar cuenta a los Venerables de todo lo importante, y acatar sumisamente las órdenes impartidas”. Un juez o jefe militar no podía castigar a un “hermano” sin aprobación de los Venerables. La revelación de los secretos, aun de los nimios, estaba custodiada por tremendos castigos que llegaban a “la pena de muerte por cualquier medio que se pudiera disponer”. En caso de contrariar a la logia, la persecución y el desprecio de los hermanos lo seguirían en los menores actos de su vida en absoluto e inexorable boicot. Si quería librarse de esta persecución y al mismo tiempo alejarse de la logia, el solo remedio era “dormirse”, quedando de esta manera desligado del voto de obediencia pero no de los de silencio y fraternidad.

¿Fue la Logia Lautaro una organización masónica? ¿ Fue San Martín un masón?. La respuesta definitiva la dio el estudioso del tema Emilio Corbiére quien investigó que “fue iniciado en la “Logia Integridad” de Cádiz, afiliándose a la “Logia Caballeros Racionales” No. 3 de dicha ciudad. Allí recibió el tercer grado de la masonería simbólica, o sea el de Maestro Masón, el 6 de mayo de 1808. Participó después, junto con Alvear, de la fundación de la “Logia Caballeros Racionales” No. 7 de Londres (…) Cuando el Libertador fue designado general en jefe del Ejército de los Andes por decreto del 1º. de agosto de 1816, casi simultáneamente fundaba la “Logia Ejército de los Andes”y asumía el cargo de Venerable Maestro”.

Según las infidencias de Zapiola a Mitre, en la “Lautaro” se “iniciaron” el canónigo Valentín Gómez, Gervasio Antonio Posadas, Juan y Ramón Larrea, Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Nicolás Herrera, Monteagudo, Agrelo, el presbítero Vidal, Azcuénaga, Monasterio, Tomás Antonio Valle, el padre Argerich, el padre Amenábar, el padre Fonseca, Tomás Guido, Manuel José García, el padre Anchoris, Perdriel, los militares Murguiondo, Ventura Vásquez, Zufriátegui, Dorrego, Pinto, Antonio y Juan Ramón Balcarce, etc., que formaron el grupo mayoritario alvearista, mientras el núcleo leal a San Martín quedó limitado al mismo Zapiola, Agustín Donado, Álvarez Jonte, Toribio Luzuriaga, Vicente López, Manuel Moreno, Ramón Rojas, Ugarteche, Lezica, Pinto y pocos más.

 

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