JUAN SAÁ
Los caudillos puntanos Juan y José Felipe Saá, separados por dos años de edad, eran hijos del natural de galicia José Saá. Se unieron al ejército de Lamadrid que operaba en acuerdo con Juan Lavalle en oposición al gobierno de Rosas. La razón era que el Restaurador no había mejorado las condiciones de miseria en que vivían los habitantes de San Luis. Luego de las derrotas de Quebracho Herrado en 1840 y de Famaillá en 1841 los Saá buscaron refugio entre los indios ranqueles continuando la lucha al frente de malones que solaron la región fronteriza con San Luis y Córdoba. Por fin, luego de seis anos, debieron cruzar la cordillera y se radicaron en Chile.
Luego de la caída de Rosas, en 1852, regresaron a la Argentina y se identificaron con la causa de la Confederación urquicista en contra de Buenos Aires. El gobernador de San Luis, Juan Esteban Pedernera, quien había sucedido a Justo Daract, marchó con 600 hombres a unirse al ejército de la Confederación provincial siendo jefes de los contingentes Juan Saá y Antonio Ignacio Quiroga. La batalla con las fuerzas de Buenos Aires tuvo lugar el 24 de octubre de en la cañada de Cepeda con el triunfo de Urquiza sobre Mitre. Para las negociaciones Buenos Aires nombró representantes a los doctores Tejedor y Pena, por su parte la Confederación a los generales Pedernera, Tomás Guido y el doctor Aráoz.
La 1° condición de los vencedores fue la renuncia del gobernador de Buenos Aires, don Valentín Alsina (autonomista), luego de lo cual se declaró a Buenos Aires parte de la Confederación y se pactó formar una convención que revisaría la Constitución y propondría las reformas requeridas por Buenos Aires, que a su vez serían aceptadas o no por una convención nacional.
A mediados de 1860 se eligió, por voluntad de Urquiza, como presidente de la Confederación Argentina al doctor Santiago Derqui, mientras la vicepresidencia recayó sobre Juan Esteban Pedernera
En reemplazo de éste el 24 de febrero fue electo gobernador constitucional de San Luis, don Juan Saá, haciéndose cargo el 3 de marzo de 1860 (educación)Designó una Comisión Inspectora de Escuelas, compuesta por Fray Ramón Santos, el licenciado Martín Alba y Buenaventura Sarmiento, con la obligación de visitar las escuelas de la capital el 1° de cada mes e inspeccionar las escuelas de campaña.
El Coronel Iseas, jefe del Regimiento de Dragones n° 4, comenzó a conspirar contra el gobierno de Saá. El gobernador delegó el mando en manos de don Carmen José Domínguez y acantonó las fuerzas leales en San Ignacio. Iseas fue batido rápidamente y huyó hacia el fuerte “3 de febrero”. Saá les prometió el indulto y el comandante Benjamín Astudillo se acogió al mismo con parte del Regimiento de Dragones, mientras Iseas se retiró a Córdoba
El correntino José Antonio Virasoro fue desigando gobernador de San Juan por Urquiza pero un grupo de individuos lo ultimó en su casa junto a todos sus acompañantes, por lo cual el presidente Derqui decretó la intervención de la provincia comisionando al gobernador Juan Saá para que restableciera el orden y garantizara la vida y las propiedades de los habitantes, recibiendo la autorización de movilizar la guardia nacional de San Luis, Mendoza y Catamarca y tomar las medidas que considerase adecuadas. Para dar una imagen de imparcialidad se designaron dos adjuntos porteñistas, los coroneles Paunero y Conesa, que fueron prontamente descalificados por su oposición a Saá.
Mientras tanto el Dr. Aberastain se hizo cargo del gobierno de San Juan el día 29 de diciembre, no reconoció la intervención de Saá e instó al pueblo sanjuanino a repelerlo por la fuerza. Saá, desde Guanacache, informó que actuaba en nombre del gobierno nacional y exigía que las fuerzas provinciales se pusieran a sus órdenes. Aberastain no cedió en su posición y Derqui ratificó a Saá. Así el 11 de enero de 1861 se encontraron en la Rinconada de Pocito, donde luego de 3 horas de combate las fuerzas de Aberastain fueron derrotadas y sus jefes tomados prisioneros. Aberastain fue ejecutado por orden del comandante Clavero (no está probada la autorización de Saá a esta ejecución)
Luego Derqui en carta reservada a Saá le comunicaba su disconformidad con el fusilamiento de Aberastain y la necesidad de sumariar al comandante Clavero, ya que actuó sin juicio previo ni sentencia legal.
Saá asumió la gobernación sanjuanina y repuso a la legislatura y a todos los colaboradores de Virasoro, el ex gobernador derrocado. El 20 de febrero hizo elegir como gobernador a Filemón Valenzuela.
La nueva legislatura de Mendoza sancionó un voto de gracias al comisionado Saá y la de San Luis, le otorgó una medalla con la inscripción “Vencedor de la Rinconada” en el anverso y “Triunfo de la Ley en el Reverso”
Sin embargo, apenas Saá abandonó San Juan los conflictos resurgieron.
A raíz de estos sucesos, el gobierno de Buenos Aires comunicó al de la Confederación que, si aprobaba lo sucedido se vería en la obligación de protestar. Además mandaron comunicaciones a los gobernadores del interior para que robustecieran su reclamo, al que se adhirieron los de Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy.
El coronel Iseas, que ya había intentado una revolución contra el gobierno de Juan Saá, durante los sucesos de San Juan y especulando con la derrota de Lanza Seca (apodo de Juan Saá), reinició sus acciones desde Córdoba, organizando el robo de arreos de ganado de la zona de Fuerte Constitucional. El gobernador reclama a su par de Córdoba, De la Peña, que se compromete a tomar cartas en el asunto pero no lo hace. Luego se presentaron testimonios de personas que afirmaban que Iseas planeaba el asesinato de Saá al estilo de Virasoro en San Juan. Al enterarse de la situación, Derqui, convencido de que el gobernador de Córdoba estaba aliado con Mitre y las provincias del norte, intervino la provincia.
Todos estos sucesos hicieron que ambos bandos se prepararan para una nueva confrontación. Derqui organizaba las milicias cordobesas, Pedernera autorizaba el 11 de junio a Urquiza a movilizar la Guardia Nacional de Entre Ríos y Corrientes hasta cualquier punto donde el orden y las instituciones fueran amenazadas, así se conformaría el Ejercito del Litoral.
El 2 de julio el vicepresidente creaba el ejército del Centro con las fuerzas de las otras provincias y bajo la dirección de Derqui. El segundo cuerpo estaría dirigido por Juan Saá y sería conformado por la Guardia Nacional de San Luis, Río IV y por los regimientos 3°, 4° y 7° de caballería de línea.
Saá delegó el gobierno en su ministro Carmen José Domínguez y se alejó hacia Córdoba donde luego de entrevistarse con Derqui viajó a establecer su cuartel general en Río IV.
Mientras la Confederación y Buenos Aires se preparaban para la lucha, Francia, Inglaterra y Perú intentan la mediación en el conflicto. El día 2 de agosto debían reunirse en la Candelaria Derqui y Urquiza, con los ministros extranjeros y tres días después con Mitre a bordo del “Oberón” para tratar la paz.
Mientras Derqui viaja a la Candelaria, hace un alto en la posta del Saladillo y remite una carta a Juan Saá para que se entreviste con él en ese lugar antes de proseguir viaje.
El presidente llevaba en sus bolsillos las cartas de sus amigos de Córdoba, Mateo Luque y Eusebio Ocampo, que le planteaban la necesidad de aumentar el poder y el prestigio del coronel Saá para contrarrestar el del indeciso Urquiza y trasladar la capital de la
Confederación a otro lugar del interior del país.
Cuando Derqui retomó el rumbo a la Candelaria cambió su carreta por una volanta, para apresurarse, y dejó olvidadas las cartas que llegaron a manos de Urquiza, quien según la versión de Nicanor Molinas (delegado de la Confederación luego de la reunión del Oberón) se sintió traicionado.
Las dos reuniones mencionadas no tuvieron éxito, principalmente por no acordarse el monto que de lo recaudado por la aduana exterior, Buenos Aires daría mensualmente a las provincias. La batalla de Pavón se produjo el 17 de setiembre de 1861. Buenos Aires contaba con 22.000 hombres, entre los que se encontraban algunos mercenarios europeos muy bien armados. Por su parte la Confederación contaba con 17.000 hombres, sin paga, uniformes ni alimentos suficientes.
Durante la batalla triunfaron las caballerías federales en los flancos, sus jefes eran Saá, Virasoro y López Jordán. Las fuerzas de infantería de Buenos Aires, al mando de Mitre, triunfaron en el centro pero luego al verse rodeado por la caballería, debieron refugiarse en una estancia.
Pasadas las 6 de la tarde Urquiza se retiró con todas sus tropas, dejando a la Confederación sin los poderosos ejércitos entrerrianos y sin el solvento económico que solo él podía garantizar. No volvió pese a los ruegos de que lo hiciera (Pavón en L h m)
Después de Pavón Derqui elevó al rango de Brigadieres Generales a Juan Saá y José María Francia. El día siguiente nombra a Juan Saá Jefe del Ejército del Centro, con jurisdicción sobre las guardias nacionales de las 10 provincias del interior. El día 22 nombra a Virasoro Comandante del Ejército Nacional, en reemplazo de Urquiza.
Pero sin el solvento político, militar y económico de Urquiza, fue imposible frenar a Buenos Aires rearmado, que invadió Rosario el 9 de octubre. El gobierno se trasladó a Córdoba, que será el próximo objetivo de las tropas porteñas, mientras las provincias del norte prestaban su apoyo abiertamente a los planes mitristas.
El general Saá renunció al cargo de gobernador de San Luis (que fue asumido interinamente por Justo Daract) y se alejó junto a su hermano Felipe y otros a Mendoza, de donde pasaron a Chile.
(Prepotencia)
Luego vendría la Guerra del Paraguay (comentar)
El 9 de noviembre de 1866, un contingente de 280 voluntarios acuartelados en Mendoza para ser trasladados al Paraguay, donde debían cubrir las bajas provocadas por el desastre de Curupaytí (comentar), se sublevó al grito de “¡Mueran los salvajes unitarios!” Por su parte, los gendarmes enviados por el gobernador mendocino Melitón Arroyo a contener la sublevación hicieron causa común con ésta y abrieron las puertas de la cárcel a muchos federales que estaban prisioneros, entre ellos el coronel puntano Carlos Juan Rodríguez y el clérigo salteño Emilio Castro Boedo. Ante el desfavorable curso tomado por los acontecimientos, el gobernador mendocino escapó a la localidad de San Rafael buscando la protección del comandante Irrazával (Chacho) La capital mendocina entró en rebeldía. De Chile llegaban los emigrados federales, entre ellos Juan Sáa, que en febrero de 1865 había realizado un viaje por el exterior que incluyó España y Chile.
La insurrección en Cuyo estalló el 9 de noviembre de 1866, y tomó proporciones de una vasta conflagración en Cuyo y en otras provincias del interior. El vicepresidente Paz declaró a los revolucionarios rebeldes y traidores de la patria. Los rebeldes activaron los preparativos militares y nombraron a Carlos Rodríguez general y director de la guerra contra la autoridad nacional. Paunero cuando supo de la derrota de las fuerzas nacionales comandadas por Irrazabal en Mendoza y la de Campos en San Juan, dispuso retroceder sobre la marcha y a su paso por San Luis se incorporó la milicia de caballería dirigiéndose a Río IV esperando una división del ejército nacional, y ahí sorprendió su retaguardia el coronel Saá. El 31 de enero Juan Sáa tomaba San Luis después de derrotar a las fuerzas mitristas de Wenceslao Paunero en la Pampa del Portezuelo. La vanguardia del ejército de Alvarez el 27 de enero entró tranquilamente en San Luis. Luego lo haría el coronel Saá, poco después fue nombrado gobernador provisorio, asumiendo el 7 de febrero. Su interés principal fue reforzar el ejército revolucionario que contaba con 500 hombres de 3 armas, aunque predominaba la caballería, y un contingente de 500 indios ranquelinos. Este se estableció en los Puquios.
Rápidamente la rebelión organizada en montoneras se esparció por las provincias de Cuyo y del noroeste. El sanjuanino Juan de Dios
Videla derrotó a las fuerzas mitristas comandadas por el coronel Julio Campos en la Rinconada del Pocito (5 de enero de 1867), y el 6 la montonera de Videla ingresaba en la capital sanjuanina al grito de ¡Viva la Santa Federación! ¡Mueran los Salvajes Unitarios! En Catamarca los montoneros derrotaban a las fuerzas mitristas y desde diciembre de 1866 Felipe Varela, caudillo catamarqueño proveniente de Chile, se encontraba en Jáchal listo para actuar contra las fuerzas del gobierno central.
(Pepe Rosa) ino.
Los Sáa atacan a Arredondo al anochecer del 1º de abril; erróneamente creyó que el jefe nacional tenía pocos hombres, porque de otra manera le hubiera convenido eludirlo y llegar a Córdoba, donde los federales esperaban. “San Ignacio se ganó por casualidad” dirá años después el general Garmendia. Nada pudieron las lanzas montoneras contra los Krupp, ni las cargas de indios ( 500 ranqueles combatían junto a Lanza Seca) contra los cuadros de infantería de Iwanowsky, Fotherigham, Luis María Campos y la brava caballería de José Miguel Arredondo. En cargas nocturnas se estrellaron Juan y Felipe Sáa, Carlos Juan Rodríguez, Juan de Dios Vídela, Manuel Olascoaga. Sin embargo la victoria estuvo indecisa hasta el amanecer.
La montonera quedó derrotada. No hubo prisioneros como lo ordenaba la ley de policía dictada en Buenos Aires. Muy pocos sobrevivientes consiguieron ocultarse y escapar a Chile por los pasos de la cordillera, que a esa altura del año era apenas practicable.Dice Gez: ” La insurrección de Cuyo fue la tentativa más seria para cambiar la situación de la república, contaba con el apoyo y las simpatías del partido vencido en Pavón, el triunfo de San Ignacio ha tenido una gran trascendencia en los destinos del país, aniquilando al partido revolucionario y permitiendo el restablecimiento de la paz interior”.