LOS AVATARES DE NUESTRO HIMNO
24 de mayo de 1812 se presentaba en la Casa de Comedia una pieza, “El 25 de Mayo”, de Luis Ambrosio Morante, que terminaba con un himno coreado por los actores. Un espectador, Vicente López y Planes, se sintió inspirado y compuso esa noche la primera estrofa de un himno para reemplazar el de Morante, al que Blas Parera había puesto música.
La letra era inflamadamente independentista, como correspondía al espíritu de la época. Tiempo más tarde la Asamblea del alo XIII , integrado en la mayor parte de sus representantes por ´iniciados´ de la Logia Lautaro, obedientes a los intereses y estrategias británicas, deja a un lado las iniciales intenciones independentistas y degrada lo que iba a ser el Himno a “canción patriótica”. No conforme con ello dispone un “arreglo” acorde con los nuevos vientos que soplan: Inglaterra se opone vigorosamente a todo arresto de autonomía en las colonias de España, su aliada en la guerra contra Napoleón.
El embajador británico lord Strangford había hecho saber al gobierno de Buenos Aires “lo loco y peligroso de toda declaración de independencia prematura”.
Desaparecen entonces estrofas que anunciaban que “se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación”.
Se infiltran, en cambio, conceptos monárquicos tan en boga entonces, cuando los “decentes” porteños, es decir la oligarquía de Buenos Aires, desconfiados de la capacidad de vencer a los realistas en la guerra de Independencia, parecían competir en candidaturas de príncipes europeos para gobernarnos en vez de Fernando VII. Portugués, francés, italiano…
No extraña entonces el “ved en tono a la noble igualdad”, afrancesamiento relacionado con el propósito de coronar al duque de Orleáns. O “sobre alas de gloria alza el pueblo, trono digno a su Gran Majestad”, estrofa desaparecida en la versión definitiva. O “ya su tono dignísimo abrieron, las Provincias Unidas del Sur”.
El Himno sufrió en 1860 otra modificación, para muchos lamentable, encomendada a Juan Pablo Esnaola: la marcha vibrante y guerrera se transformó en una pieza pretenciosamente majestuosa, tan estirada que va en camino de convencer al mundo de que nuestra canción patria consta solamente de su introducción, que es lo que habitualmente se ejecuta en las justas internacionales..
Para colmo de males, por razones diplomáticas, el texto fue mutilado devastadoramente durante la segunda presidencia de Roca, suprimiendo las estrofas denigrantes a España.
Se evaporaron así marciales referencias a “los bravos que unidos juraron su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre fuertes pechos sabrán oponer”. Tampoco cantaremos: “son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria su cerviz orgullosa doblo”.
De allí en más los escasos retazos sobrevivientes nos harán repetir hasta tres veces “y los libres del mundo responden…” .