La tumba de lorenzo o El miedo a la libertad

(Una habitación estrecha, con una puerta cerrada.  Un pesado armario de metal contra una pared. Cuchetas.)

PEDRO: Cuarenta años, el más “fashion” de los cuatro.
“MÓNICA”: Travesti. Edad indefinida. Pintarrajeada y con peluca. Una colcha o una toalla simulando una falda.
RULO: Veinticinco años, reo, ex jugador de fútbol.
BAIOCCHI: Sesenta años, afectadamente serio.

PEDRO:    Daría cualquier cosa por salir de aquí.
BAIOCCHI:  Esta covacha es peor que la que teníamos antes, más húmeda, se ve  que hace tiempo que no la ocupaba nadie.
RULO:    A mí me parece que es un poco mejor.
PEDRO:    ¿Por qué nos habrán cambiado?
“MÓNICA”:    No creo que sea para hacernos un favor… A lo mejor de esta pocilga hay forma de escaparse…

BAIOCCHI:        No vamos a salir de aquí hasta que a cada uno le llegue su turno, convénzase, Mónica.

RULO:    Usted siempre el mismo optimista, “tordo”.

(Silencio)

“MÓNICA”:    (a Pedro) Si consiguiéramos salir, ¿me darías pelota?.

PEDRO:    (sin mirarla) No hinchés las pelotas (“Mónica”se aleja con un mohín
                              de disgusto).

BAIOCCHI:    (haciendo una marca en la pared) Me faltan dos años, 3 meses y 25 días, más que mañana pero menos que ayer.

“MONICA”:    (arranca una tira de una toalla para trenzar una cuerda que mide ya
    varios metros) ¿Qué estará haciendo mi mamá?.

RULO:    (bromista)  Esa cuerda ya te sirve para ahorcarte.

“MONICA”:    (entre despectiva y provocativa) A vos te voy a ahorcar.

PEDRO:    Por lo menos podría venir a visitarte.

“MONICA”:    ¿Quién? Ah, si, mi mamá (herida) Vive lejos y está vieja (medita) Hace tres meses que no viene (busca en un bolsillo) Suerte que me escribió la semana pasada, si no pensaría que está muerta (lee) La pensión no le alcanza para nada, está trabajando por horas. Pobre, con su reuma…

PEDRO:    Pobre, las pelotas. Los seres humanos se dividen en los jefes, los menos idiotas y los más idiotas. Su madre debe estar entre los segundos, porque al menos está libre y nosotros competimos por el campeonato de los más idiotas.

BAIOCCHI:    Si le hace bien contar, vuelva a contarlo. El psicoanálisis no es más que eso: pagarle a alguien para que escuche y vuelva a escuchar nuestros cuentos.

PEDRO:    Lo mío es simple y dramático: pasé de casi jefe a más idiota. Me iba fenómeno, como un imbécil creí que ya estaba cerca de entrar en la categoría de jefe y eso me hizo bajar la guardia.

BAIOCCHI:    Confió en otro.
PEDRO:    Confié en otro. Nunca lo había hecho y siempre me prometí no hacerlo pero me salieron bien dos o tres curros grosos con compras del Estado y me pasó lo que a los campeones de box, cuando llegan arriba le agarran el gusto a la fama, se alejan del gimnasio, le toman el gustito a la noche y viene otro subiendo y lo revienta a piñazos.
BAIOCCHI:    Lo suyo fue descuido, lo mío fue mala suerte.
‘“MÓNICA”:    l,a mala suerte no existe, tordo, lo suyo también fue un descuido, mil
                              veces se lo dije, con ésta mil y una…
RULO:    A los que los agarra la peritonite se mueren seguro, se mueren. Una tía mía, la Maruja, se murió de eso
BAIOCCHI:    Es mala suerte, insisto, que una constipada fallezca de peritonitis.
PEDRO:    Ya se lo dije “tordo”, usted se confió porque las cosas le estaban saliendo bien, el engaño funcionaba, se distrajo y no se dio cuenta de que la mujer tenía algo serio.
BAIOCCHI:    No, la revisé bien, yo siempre revisaba bien a mis pacientes, mejor que nadie  porque no tenia título, tenia que revisarlas mejor que los
    que tenían  título.
“MONICA”:    (siempre trenzando la cuerda) En la universidad algo se aprende…
BAIOCCHI:    Eso es para los mediocres. Yo en un año sabía más que todos esos mediquitos que andan por ahí matando gente con una cartulina en la mano.
(Silencio. Pedro observa atentamente una inscripción  en la descascarada pared. La tantea con sus dedos)
PEDRO:    ¿Esto lo habrá hecho Lorenzo?… No logro descifrar lo que dice. “Míster  mumú”, o algo así. No se entiende lo que sigue. Está casi totalmente borrada
RULO:     En las canchas de fulbo, en los entretiempos, aparecían los muñeco de los caramelos “mumú”, eran grandes, inmensos, y tenían forma  de  caramelo masticable gigante.
BAIOCCHI:     No eran “mumú”, eran “sugus”.
RULO:     Me parece que no, eran ”mumú”.
“MONICA”:       (casi en un susurro) “Sugus”
RULO:    (tocándose la pierna derecha) Va a llover…
“MONICA”:    (coqueta) ¿Te duele, Rulo?
RULO:    (acércándose a Mónica) Jum…
PEDRO:    (amenazante) Ojo, Rulo…
RULO:    (rabioso, lo encara) No me jodás, ahora resulta que no me puedo mover, no me puedo.
PEDRO:    No te metás con ella.
RULO:    ¿Acaso tengo que pedirte permiso, eh?.
PEDRO:    ( zamarrea a “Mónica”) Vos, pelotuda, dejá de coquetearle.
“MONICA”:    (dolorida) Bruto, yo no le hago nada, es él el que no se resigna (vuelve a sentarse y reinicia el trenzado de la larga cuerda).
BAIOCCHI:    (paternal) Por favor, muchachos, no peleen otra vez… Ya demasiado infierno es estar encerrados en esta ratonera infecta…
(Silencio)
“MONICA”:    ¿Saben en lo que me distraigo de noche, cuando no puedo domir? En imaginar lo que le voy a hacer (señala hacia el cielo con su pulgar) cuando me lo encuentre afuera… Eso es lo único que me mantiene viva aquí, la venganza.
BAIOCCHI:            ¿Cómo va a hacer para reconocerlo si nunca lo vimos?
“MONICA”:        (saca la carta de su madre del bolsillo y la muestra a los demás) ¡Le arrancó la última hoja!, ¡el hijo de puta le arrancó la última hoja! (llora) Seguro que en ella mami me mandaba besos y me decía que me quiere mucho (pausa) y que me perdona…
BAIOCCHI:    Hoy me pareció ver el gargajo
PEDRO:    (fastidiado) Acábela con lo del gargajo, “tordo”.
BAIOCCHI:    Había una espumita en la sopa… (su expresión se deforma por el   asco).
PEDRO:    La maldad estuvo en decir que nos escupe la comida, pero no creo que se moleste en hacerlo.
RULO:    Algunas veces lo habrá hecho, seguro, yo lo hacía cuando fui mozo en un bar y el tipo tenía cara de no dejar propina.
BAIOCCHI:    (asqueado) Dijo que lo hacía siempre.
(Silencio)
“MONICA”:    (a Baiocchi) ¿Qué le va a hacer al que te dije cuando salga de aquí?
 RULO:    (cómico) Que le dé un tratamiento, así lo manda al otro mundo    (todos  ríen, Baiocchi también).
“MONICA”:    En vez de cinco gotitas, veinte y chau, si te he visto no me acuerdo.
PEDRO:    Pero que sufra mucho…
BAIOCCHI:    (haciendo eco) Mucho.
“MONICA”:    (abandonando momentáneamente el obsesivo trenzado) Vos sí que te diste el gusto de vengarte (hace el además de sacar una pistola y disparar) ¡pum, pum! a las gambas, le cagaste la carrera 
RULO:    (pensativo) Me falta vengarme del referí, cuando salga de aquí lo voy a hacer. El más grande hijo de puta del mundo, el más.
PEDRO:     Me vas a disculpar, Rulo, pero he conocido ministros y empresarios imposibles de batir como hijos de puta, fijate como serán de hijos de puta que cagan a medio mundo y ni siquiera se dan cuenta de que son grandes hijos de puta
BAIOCCHI:    (a Rulo) ¿Usted está seguro de que Martínez se lo hizo de
    gusto?
RULO:    Ya en el primer tiempo me había amenazado, “si entrás otra vez al área, pibe, te rompo”.
PEDRO:    (provocativo) No deberías de haberle hecho ese “caño”. Martínez era local.
BAIOCCHI:    (pontificando) Uno tiene que aspirar siempre a lo mejor, para eso Dios nos puso en la tierra. Usted hizo bien, Rulo, en tirar ese “caño”.
RULO:    La hinchada gritó “ ¡olé!”… Me querían mucho, a la salida de los partidos me palmeaban y me decían “bien pibe, vos vas a llegar”.
PEDRO:    A todos nosotros se nos cruzó un Martínez.
“MONICA”:    Un ruido como si se quebrara una rama gruesa…
RULO:    Se escuchó a dos cuadras del estadio, se escuchó.
BAIOCCHI:    Una pregunta, Rulo, que nunca le hice: el árbitro ¿cobró el fau?
RULO:     No, no cobró fau… hizo señas de que siguiera el juego, que
     yo hacía aspaviento.
“MONICA”:    También te tendrías que vengar del médico que te enyesó mal
 (mirando a  Baiocchi).
BAIOCCHI:    La medicina no es una ciencia exacta.
PEDRO:    Tu referee no es peor que el juez que me tocó. Ya se los dije muchas veces: podría jurar que no leyó el expediente. Seguro que el que hizo el dictamen fue alguno de sus empleaditos
BAIOCCHI:    Estamos encerrados dentro de la pelotudez humana.
PEDRO:    Yo le aguanto todo a usted, “tordo”, menos que se ponga cursi.
“MONICA”:    (reinicíando su trabajo con la cuerda) ¿Se dan cuenta de que siempre hablamos de lo mismo?
PEDRO:    Las vidas nunca son tan interesantes como para ofrecer muchos temas de conversación. Dicen que los argumentos de los libros, de todos los libros que se escribieron en la historia de la humanidad, no son más de veinte (a “Mónica”) y vos termínala con la cuerda esa que me ponés nervioso.
“MONICA”:    Para algo va a servir. En las películas se escapan así (mimosa) Si salieras… (se corrige) cuando salgas de aquí ¿qué es lo primero que harías?.
PEDRO:    Lo pensé tantas veces… Me voy a comer una pizza a “Los Inmortales”, me meto en un cine del centro y después me voy a Mar del Plata a caminar por la playa, un día entero caminando sobre la arena. Muchas veces sueño con la sensación de la arena bajo las plantas de los pies… Cuando era libre no le dí importancia a eso, nunca me dí cuenta de que me importaba tanto.
RULO:    A mi me pasa lo mismo, nunca me di cuenta de lo que me importaba charlar con el viejo.
BAIOCCHI:    ¿Su padre? Nunca lo ví a su padre.
RULO:    Nunca vino. Nunca me perdonó, nunca.
PEDRO:    A mí tampoco. ¿Qué es lo que no perdonan los padres?, ¿que robes o que te pesquen afanando?.
RULO:    El viejo siempre fue muy derecho. Los balazos que le pegué a Martínez fueron en honor a mi padre. Se había hecho muchas ilusiones conmigo… pobre viejo.
BAIOCCHI:    Yo siempre fui muy derecho y aquí estoy.
“MONICA”:    Ejercicio ilegal de la medicina no es muy derecho (esconde la cuerda).
BAIOCCHI:    Esa es una convención social. En otras culturas a los médicos no les piden título, les piden que sean sabios, que inspiren respeto. Nuestros indios collas, por ejemplo.
“MONICA”:    (irónica) Qué carajo tienen que ver los collas en esto.
BAIOCCHI:    (vengativo) Mucho menos derecho es prostitución y escándalo público (“Mónica” le echa una mirada furibunda).
RULO: Su mayor ilusión era verme con la ve azulada, en la primera.
(“Mónica” parece querer consolarlo. Mira hacia Pedro y ante su mirada seria se contiene).
BAIOCCHI:    Usted no tiene la culpa. La culpa fue de Rodríguez.
RULO:    Martínez.
BAIOCCHI:    Martínez.
“MONICA”:    Y del médico que lo enyesó ¿no?
RULO:    Era un domingo y a lo mejor era un practicante.
BAIOCCHI:    Los practicantes son a veces mejores que los médicos con título.
(Súbitamente, se escucha una voz que viene de no se sabe dónde, muy
 imperativa y autoritaria. No se entiende lo que dice. Puede usarse una   
  grabación de un discurso de Hitler. Los cuatro se ponen de pie y
  escuchan en silencio con actitud sumisa)
BAIOCCHI:         (con preocupación)  Está enojado.
RULO:                No, a mí me pareció más amable que de costumbre   
(Silencio)
“MONICA”:    (quitándose la peluca, se revela ante el público como un hombre) No se hagan los sotas. Bien saben que lo dijo por mí y tiene razón
PEDRO:    No jodás, Mónica
“MONICA”:    Para vos es muy fácil, qué vivo que sos, pero los diez días de aislamiento  me los chupé yo. Y las palizas también (solloza) Y otras cosas peores (comienza a desvestirse con movimientos angustiados.)
PEDRO:    (le da una bofetada) No hagás macanas.
RULO:    No le pegués, ché.
PEDRO:    Vos no te metás.
RULO:    Yo me meto donde quiero.
PEDRO:    Te voy a romper la gamba izquierda (Rulo parece dispuesto a saltar encima de Pedro que lo espera en guardia boxística. “Mónica” se interpone).
“MONICA”:    No se peleen, por favor chicos, no se peleen. Tenemos que mantener la calma.
BAIOCCHI:    Lo que ellos quieren es que nos destruyamos entre nosotros y que les ahorremos el trabajo.
“MONICA”:    Pedro tiene razón, Rulo. Cada uno tiene que hacer el papel que le corresponde (vuelve a ponerse la peluca) Aunque eso tenga su precio…
(Silencio)
BAIOCCHI:     (Se trepa al banco y mira hacia el exterior).En la tumba de antes por lo menos se veía la copa de un  fresno. Era un fresno americano porque en otoño se ponía amarillo.
PEDRO: Además la claraboya era más grande.
RULO:    Era igual, era. Un poco más cuadrada.
PEDRO:    Era más grande, Rulo, no me llevés la contra
BAIOCCHI:    Ha pasado un día más.
PEDRO:    Esperar, es lo único que podemos hacer.
BAIOCCHI:     Tratar de sobrevivir para el gran día.
“MONICA”:    (suspira) El gran día… Yo ya casi no pienso en eso.
(Rulo comienza a sollozar con fuerza. Los demás se sorprenden).
PEDRO:    ¿Qué pasa, che?
BAIOCCHI:    Debe de estar acordándose de Rodríguez.
“MONICA”:    (corrige) Martínez.
BAIOCCHI:     Martínez.   
“MONICA”:    (se sienta a su lado, enternecida) ¿Qué pasa Rulito? (súbitamente Rulo se abraza a “Monica”, y ésta trata de desembarazarse. Pedro la ayuda, disgustado).
RULO: “Mónica” te quiero,  te adoro (llora abiertamente) No puedo tolerarlo, me rompe el alma, me rompe (largo silencio.Pedro y “Mónica” están abrazados) Cada noche me parece que me voy a morir, los oigo coger y me siento morir… quiero cerrar los ojos pero es más fuerte que yo, los abro y los veo y …
BAIOCCHI:    (comprensivo, le pone una mano sobre el hombro) Yo sé que usted sufre mucho, Rulo.
PEDRO:    (condescendiente) ¿Hay algo que podamos hacer por vos?
RULO:    No sé, a veces pensé en pedir traslado, pero…
“MONICA”:    (intentando ser cómica) La “tumba de Lorenzo” es la mejor (imita un jingle sin mayor éxito).
BAIOCCHI:    ¿Algún día sabremos quien fue Lorenzo…? Eso de que desapareció sin dejar rastros parece poco creíble.
“MONICA”: Una mentira que encubre algo que no debe ser sabido.
PEDRO: (trata de descifrar la inscripción en  la pared) “Míster mumú”  después apenas se lee “est” o algo así. Quizás no tenga ningún sentido, a lo mejor quien lo escribió se volvió loco.
“MONICA”:     Lorenzo.
PEDRO:     No es difícil volverse loco aquí
BAIOCCHI:    Yo tengo mi hipótesis: es alguien a quien  mataron por orden del que te dije y después hicieron desaparecer su cuerpo…
“MONICA”:    Una noche lo vieron subir al cielo aureolado de  luz muy fuerte y se escuchó algo así como un coro de ángeles. Quizás era un matías que dio su vida por la humanidad.
BAIOCCHI:    ¿Un qué?
“MONICA”:    Uno de esos que son hijos de Dios
BAIOCCHI:     Un mesías, querrá decir
PEDRO:    ¡Qué boludez!
“MONICA”:           Yo le rezo. Somos muchos los que le rezamos.
RULO:                   Dicen que hace milagros, dicen
BAIOCCHI:  Es sabido que si Jesucristo volviera hoy a la tierra acabaría en la cárcel o en el manicomio.
“MONICA”:    (iluminada) A lo mejor Lorenzo era Jesucristo y nosotros podríamos trabajar de … ¿como era?… de apóstoles
RULO: (angustiado) ¿Por qué no le rezamos y le pedimos que me ayude asufrir menos?
BAIOCCHI:    (chistoso) Podemos pedirle que se lo lleve a Pedro al cielo.
PEDRO:   (enojado, cruzando los dedos) Por qué no se va a la concha de su madre, tordo.
“MONICA”:            (entusiasmada, toma a Rulo de la mano y ambos se arrodillan) Sí, vamos a pedirle por vos y también para que los cuatro podamos ser libres pronto. Vení, Pedro, vos también, y usted, Baiocchi (ambos se niegan)
(“Mónica” y Rulo rezan con una unción sobreactuada)
RULO:    (con entusiasmo)   ¡Ya está! Quiero que separemos las camas (señala la estantería de metal arrimada contra una de las paredes) que corramos ésto para allá para que sirva de separador, así por lo menos no los veo coger de noche 
“MONICA”:    (también entusiasmada, besando a Pedro) ¡Sí, que bueno, las parejas deben tener intimidad! (se persigna) Cuando salga voy a elegir una iglesia en homenaje a Lorenzo
BAIOCCHI:            (corrige) Erigir, no elegir
RULO:    Lo único que hay que hacer es correr esta mierda  para allá (intenta mover el armatoste pero sus fuerzas no alcanzan)
BAIOCCHI:    Probemos, si no resulta volvemos atrás (los cuatro unen sus fuerzas y la estantería poco a poco va desplazándose, dejando al descubierto un hoyo en la pared. Los cuatro lo observan asombrados).
“MONICA”:    (en un susurro) ¿Qué es…?
BAIOCCHI:    Parece un túnel, la boca de un túnel.
(Silencio. Los cuatro parecen hipnotizados)
RULO:    ¿Hasta dónde llegará?
“MONICA”:    (en trance) A la libertad. Eso fue lo que le pedí a Lorenzo.
PEDRO:    Callate, pelotuda.
RULO:    ¿Hasta dónde llegará?
BAIOCCHI:    No creo que muy lejos.
“MONICA”:    Alguien tiene que averiguarlo…(se miran entre sí)
PEDRO:    Sorteemos.
BAIOCCHI:    Es riesgoso, si nos descubren nadie va a convencerlos de que no lo cavamos nosotros.
“MONICA”:    ¡Lorenzo!
PEDRO:    Sí, lo cavó Lorenzo, por eso desapareció.
BAIOCCHI:    (esperanzado) Se escapó.
PEDRO:    O lo descubrieron y … (se corta la garganta con el canto de la mano).
(En un impulso Rulo se introduce en el hoyo y desaparece, decidido. Los otros aguardan, nerviosos, escuchan si alguien viene).
RULO:    (reaparece, habla con excitación, se sacude la ropa). Sí, llegahasta el exterior. Pude ver resplandor al final del túnel y se escuchaba nítidamente el ruido de la calle.
BAIOCCHI:    ¿No llegó hasta el final?
RULO:        (vacila) Me pareció que tenía que regresar  a contárselo a ustedes.
PEDRO:    ¿Y si fuese una trampa?
“MONICA”:    ¿Una trampa?
PEDRO:    Algo parecido a la ley de fugas.
RULO:    ¿Y eso qué es?
PEDRO:    Dejan escapar a un preso para así tener el pretexto de liquidarlo sin consecuencias.
(Silencio)

BAIOCCHI:    ¿Cuánto le aumentan la condena a alguien que se escapa y lo agarran?.
RULO:    Si lo dejan vivo, porque ¿se imaginan la furia de… (señala con su pulgar hacia arriba)?
PEDRO:    Por eso es que los encargados de Lorenzo ocultaron el túnel e  inventaron lo de que subió al cielo.
(Sin decir palabra, los cuatro vuelven a poner  la pesada estantería ensu lugar anterior. Silencio)
PEDRO:     Tenemos que pensar las cosas bien.
RULO:    No podemos equivocarnos.
“MONICA”:    Yo quiero salir, irme de esta mierda.
BAIOCCHI:           (reflexivo)   Yo ya estoy acostumbrado a esta mierda del encierro,  estoy seguro de que ustedes también, habrá que ver si podremoshabituarnos a la mierda de la libertad
PEDRO:    Por buena conducta  me sueltan en pocos años.
BAIOCCHI:    Intentar escapar no es muy buena conducta que digamos…
“MONICA”:    ¿Qué otra cosa se puede hacer cuando una está enjaulada,sepultada? (tironeando a Pedro) Vamos, amor, vamos …
PEDRO:    (desembarazándose de ella) Dejame tranquilo. Vos tenés una condena más larga, te conviene más…
“MONICA”:    No es eso, yo quiero vivir con vos en libertad, aunque sea un solo día,  poder hacernos el amor sin escucharlo  a éste llorando y haciéndose la paja
(Silencio. Nuevamente se escucha la estentórea voz. Los cuatro en posición de firmes y sumisos )
BAIOCCHI:     Dijo algo de escaparse.
 “MONICA”:    Dijo lo de siempre.
PEDRO:     A mí también me pareció escuchar eso. Y su tono era más amenazante que lo habitual.
“MONICA”:    No empecemos a volvernos locos. Lo que tenemos que hacer es escaparnos  de una vez.
(La luz se apaga… Pedro enciende una velita cuya tenue luminosidad amortiguan con un cono de papel).
PEDRO:    ¿Por qué habrá dicho lo otro?
RULO:     ¿Qué otro?
PEDRO:    (mirando a Mónica) Lo del SIDA.   
(La luz del escenario se extingue gradualmente hasta la completa oscuridad. Se oye el jadeo de una apasionada relación sexual. Nuevamente el escenario se ilumina)
“MONICA”:    Mañana vamos a ser libres…
RULO:    (impulsivo) ¿Mañana?. Hoy,  esta noche. Yo aquí no aguanto más. Me voy ya mismo (intenta mover el mueble que oculta el túnel pero no lo logra). Anoche no pude cerrar los ojos.
PEDRO:    Esperá, pajero, calmate. Aquí nadie puede jugarse por su cuenta porque las represalias caerían sobre los demás. Estamos obligados aponernos de acuerdo.
BAIOCCHI:    ¿Saben lo que vamos a extrañar cuando estemos afuera, luchando por la vida? Algo que a ninguno de nosotros les es fácil, por algo vinimos a parar aquí
“MONICA”:     Yo no voy a extrañar nada
BAIOCCHI:    La previsibilidad.
RULO:    ¿La qué?
BAIOCCHI:     Acá adentro uno sabe lo que va a pasar dentro de una hora, y mañana y dentro de un mes…Es una mierda pero previsible. En cambio la libertad es imprevisible. ¿Estamos seguros de que nos la vamos a arreglar como para tener un techo y comer todos los días?
RULO:    Tiene razón el “tordo”, yo a veces pienso ¿si me enfermo afuera,  quién me  va a curar? Acá, por lo menos, tenemos la enfermería llena de cucarachas y de goteras, pero  si necesitás un antibiótico… 
“MONICA”:     ¿Estamos locos? Aparece la posibilidad de la libertad y lo único que se les ocurre es elogiar estas tumbas de mierda. Basta de pelotudeces. Fuguémonos ya mismo. ¿Están de acuerdo?
BAIOCCHI:    Mi opinión es que debemos esperar a la noche. Tendremos mayores posibilidades de no ser vistos
PEDRO:    ¿Qué dirán mis hijos cuando me vean aparecer?
“MONICA”:    (impaciente) Escapémonos ya, mi amorcito …
PEDRO:    (ajeno) ¿Me reconocerán? ¿Se alegrarán?
BAIOCCHI:    Eso depende de lo que su madre les haya dicho de usted.
PEDRO:    Mara me quería mucho, estoy seguro… Quizá me siga queriendo. Pero era insoportable ser mi esposa, la maltraté con la mayor desconsideración.
“MONICA”:    (despechada) Lo único que me faltaba, tener que aguantar una oda a la esposa ejemplar…
PEDRO:                 ¿Y si no me quieren ver? ¿Si me rechazan?   
(Rulo intenta correr la cama solo, sin éxito).
BAIOCCHI:    (distrayéndolo) Ya aprendí que el del fau se llamaba Martínez, pero creo que nunca nos dijo el nombre del referí. Pobre hombre, no se imagina la que se le viene…
RULO:    (reflexivo) Pero no se la voy a hacer enseguida. La voy a pensar bien, tienen que ser algo muy cruel, que lo haga sufrir mucho, pero que a mi no me traiga consecuencias. Aquí adentro aprendí a no ser idiota   (pausa) Pero no es éso lo que más me preocupa…
“MONICA”:    (solidaria) Rulito, yo sé que vas a ser capaz de hacerte un camino
RULO:                   (depresivo)  No sé…
“MONICA”:            Buscate un buen trabajo (tiene una idea).  Mejor poné una academia para enseñarles a jugar fútbol  a los pibes.
PEDRO:    Dicen que eso deja buena guita. Yo te puedo asesorar en los de los números.
BAIOCCHI:     Cuídese de los asesores, Rulo, usted todavía es un ingenuo.
“MONICA”:    (con un entusiasmo que transmite a Rulo) Y le pedís a tu viejo que te ayude, que te atienda el bar… Y la escuelita se va a llamar…“¡La Ve Azulada!” (Rulo sonríe feliz. Pedro, celoso, se interpone entre ambos).
PEDRO:    La fuga será esta noche, cuando oscurezca, después de cenar.
“MONICA”:    (desolada) Yo no voy a aguantar hasta esta noche, mi mamá es muy viejita y está enferma.
RULO:     Hagamos lo siguiente: ahora nos piantamos “Mónica” y yo, que somos los más decididos. Y esta noche se las toman ustedes dos ¿eh?.
PEDRO:    (duro) Vos con tal de apoyártela inventás cualquier pretexto (a “Mónica”) Y vos dejate  de calentarlo a este pajero que en cuanto estemos afuera te doy una paliza que se te van a pasar las ganas de hacerte la loquita.
RULO:    (furioso) A mi no me decís pajero, rey de la falopa, narcotraficante.
PEDRO:    (“tocado”, hace un ademán despectivo y se aleja) Callate, ignorante, grasún…
(Silencio)
BAIOCCHI:    (a Pedro) Usted debería pensar en los pibes y en el daño que la droga les hace.
PEDRO:    Déjese de moralizar, Baiocchi, nada menos que usted, el curandero mayor de estas tierras, “el asesino de guardapolvo blanco” como lo bautizó “Crónica”, lo único que me faltaba.   
(Silencio. Es evidente que evitan tomar una decisión por sí o por no).
BAIOCCHI:     (a Pedro) ¿De qué se va a cuidar cuando salgamos de aquí?
PEDRO:    De no cometer los mismos errores. Estoy casi seguro de que uno comete siempre los mismos errores desde que la cuna hasta el ataúd. Son señales particulares como la nariz o las orejas. Acáadentro, en cambio, el único error, terrible error, superior a todos los nuestros juntos, es que que Dios permita que exista (apunta con spulgar hacia arriba) Eso los hace insignificantes
“MONICA”:     Insignificantes pero capaces de arruinarnos la vida.
BAIOCCHI:    ¿Saben lo que voy a hacer cuando salgamos? Esta noche voy a alquilar una pieza en un hotel y me voy a dar una ducha con agua caliente y …
RULO:    (soñador) ¡Una ducha con agua  caliente!… media hora bajo la ducha, media, como en el vestuario.
BAIOCCHI:    Eso, media hora. Después voy a dormir hasta que se me antoje, y mañana a la tarde voy a inscribirme en la Facultad.
PEDRO:    No sea ingenuo, tordo, nuestras fotos van a estar en la televisión. Si salimos vivos.
RULO:    De todas maneras van a estar.
“MONICA”:    Basta de perder el tiempo. Decidamos si nos fugamos ahora o esta noche. Estamos empatados dos a dos….
PEDRO:    Fugarse a la luz del día es una imprudencia, es suicida… Con buen comportamiento seguro que salgo dentro de pocos años, así que notengo que hacer boludeces… Cuando esté afuera no vuelvo a confiar en nadie, pongo en práctica lo que planée aquí dentro, tuve tanto tiempo para pensar que el plan es perfecto, infalible, me lleno de guita otra vez, les pago los estudios a mis hijos, me vuelvo una persona respetable, socio de los mejores clubes, aparezco en las revistas de moda acompañado de las mejores minas…
“MONICA”:     (asombrada) ¿Cómo, con las mejores m….? ¿Y yo? ¿Qué vas a  hacer conmigo?
PEDRO:    (“recogiendo velas”) Estaba bromeando, tonta…
“MONICA”:    Sí, bromeando, ya veo lo que me espera afuera….
RULO:    Pedro, ¿me llevás a laburar con vos?
PEDRO:    No sé, pibe, sos un poco verde todavía, para trabajar conmigo tenés que saber más de la vida. Además ya te dije que no voy a confiar en nadie y menos en vos que te querés levantar a mi novia (“Mónica” sonríe  halagada)
RULO:    Para ser un crack largué los estudios, ni los diarios leía. Mi viejo me despertaba en mitad de la noche y me hacía correr diez vueltas a lamanzana, una cuadra picando y otra cuadra trotando, con un chaleco  lleno de barras de plomo. Y él corría a la par,  feliz,  se lo imaginaba  todo…
(Silencio).
BAIOCCHI:    Desde ayer que me estoy haciendo una pregunta y no le encuentro solución… ¿qué habrá hecho Lorenzo con toda la tierra que sacó para cavar el túnel?
PEDRO:    No había pensado en eso… (a Rulo) ¿Cuánto mide el túnel?
RULO:    Unos veinte metros… es estrecho pero se pasa cómodo.
PEDRO:    Debe de haber sido una cantidad     enorme de tierra.
BAIOCCHI:    (aferrado al camastro) Además, ¿cómo hizo Lorenzo para mover este armatoste  solo?
RULO:    Tiene que haber habido otros.
PEDRO:    Esto huele a una trampa cazabobos para deshacerse de los más molestos…
BAIOCCHI:    Yo soy inofensivo, un idiota inofensivo, no creo que nadie pierda tiempo en deshacerse de mí.
PEDRO:            A lo mejor la mina esa que mató, la de la peritonitis, era pariente  de…(pulgar hacia arriba).
RULO:    Uy, tordo, qué cagada sería esa…
“MONICA”:    (decidida, encarando a Pedro). Yo no me fugo, me quedo aquí. Me doy cuenta de que si salimos te pierdo, lo acabás de decir y yo tequiero demasiado. Para nosotras las mujeres lo afectivo es lo más                                 importante. Prefiero quedarme en este infierno pero con vos. Si esa                    es la única forma de retenerte voy a denunciar que detrás del armario hay …
(Baiocchi hace un ademán de reproche a Pedro. Este reacciona y abraza a Mónica).
PEDRO:    Vamos, tontita, vamos. No me hagas caso. Sabés que me gusta hacerte rabiar porque cuando te enojás te ponés muy linda (le hace arrumacos) Te quiero, aquí y afuera y donde sea (“Mónica” lo abrazy lo besa).
RULO:        (celoso) Nunca imaginé que uno de nosotros amenazara con buchonear, nunca…
(Silencio)
PEDRO:    Lo primero es hacer un buen reconocimiento del túnel para planificar mejor las cosas.
RULO:    Yo ya fui, que vaya otro.
(Silencio)
BAIOCCHI:    Creo que la persona indicada es usted, Pedro, yo estoy algo viejo y Mónica es… (vacila) mujer, o como quiera llamárselo.
PEDRO:    Está bien, yo iré (entre los cuatro desplazan el armatoste y el hoyo queda nuevamente visible)
BAIOCCHI:    Tome el tiempo de cuanto tarda  desde que entra hasta que sale… y si puede llegue  hasta la boca para ver dónde saldremos… si es fácilque nos descubran o si es posible ocultarse (Pedro mira a sus compañeros de celda e inicia el movimiento de salida).
“MONICA”:    (impulsiva) No, esperá, no quiero que vayas (lo retiene por un brazo)No, no quiero que vayas porque sé que no vas a volver y no te voy a ver más, Pedro, y yo…
PEDRO:    (fastidiado) Por favor, Roberto…
“MONICA”:    (azorada) Roberto, me dijiste Roberto… ¡Pusiste el pie en el túnel y me llamaste Roberto…!
PEDRO:    Cualquiera se equivoca, che, yo también estoy nervioso.
BAIOCCHI:    (pensativo) Hay algo en lo que Mónica  (pone énfasis en llamarlo así) tiene razón ¿Qué pasaría con nosotros si al llegar al finaldel túnel usted se tienta y se escapa?.Usted siempre nos enseña que                          no hay que confiar en nadie.
PEDRO:    Me parece que en ésta no tienen  otra alternativa. (Rulo tiene en sus manos la cuerda trenzada de “Mónica”y hace un gesto a Pedro para que se la anude. Este  se resiste, entonces  es “Mónica” quien se la ata a la cintura con muchos nudos. Irónico) La confianza que me tienen es asombrosa.
BAIOCCHI:    Somos sus buenos alumnos, mi estimado Pedro
(Pedro está por sumergirse en el agujero cuando Rulo lo detiene)
RULO:                   Volvamos a rezarle a Lorenzo (“Mónica” acepta de inmediato. Esta vez los otros dos también se arrodillan luego de vacilar y con algún pudor).
PEDRO:                 No sé rezar… mejor dicho me olvidé
BAIOCCHI:    ¿Qué le pedimos? (vacilación general)
 “MONICA”:     Coraje
PEDRO:    Siempre lo tuve para los “curros”, un campeón
RULO:    Yo también lo tuve, otro no hubiera tirado ese “caño”
“MONICA”:     Recen y cállense la boca
(Cada uno reza a su manera. Luego Pedro se introduce en el agujero en la pared y es “Mónica” quien va soltando cuerda a medida que se aleja. Rulo y Baiocchi se mantienen  expectantes,ansiosos)
“MONICA”:    (alarmada) ¡Se paró, ya no avanza…!
RULO:    Tirá de la cuerda, a ver si contesta… (“Mónica” lo hace y luego espera).
“MONICA”:    No. No contesta.
BAIOCCHI:    ¿Lo habrán descubierto? (“Mónica” vuelve a dar tirones y súbitamente la cuerda se afloja).
“MONICA”:     ¡Se soltó!
RULO:    ¡Hijo de puta! (a “Mónica”) Te dije que era un hijo de puta.
“MONICA”:    (solloza, desesperada) ¡Amor mío, no me dejes!
BAIOCCHI:    ¡Silencio, nos van a escuchar!
RULO:    Tordo, ¿qué hacemos? (de un impulso, “Mónica” se introduce en el agujero. Baiocchi y Rulo forcejean con ella hasta que logran contenerla y calmarla).
BAIOCCHI:    Debemos pensar con tranquilidad. Nuestra vida depende de eso.
RULO:    ¿Se habrá escapado o lo habrán agarrado?
BAIOCCHI:     Lo importante es que en la próxima ronda van a notar su ausencia y nadie podrá convencerlos que no hemos sido nosotros quienes                   cavamos el túnel…
RULO:    No tenemos otra alternativa que fugarnos, no tenemos.
“MONICA”¨:    Démosle las gracias a Pedro. Se terminaron esos razonamientos de estúpidos y cobardes… Cuando uno está en el infierno y se abre un camino de salvación, tiene que tomarlo (inflamada). No hay excusas.
(Baiocchi y Rulo miran a su alrededor como despidiéndose.“Mónica” se ha sentado ya en el borde del hoyo cuando Pedro asoma su cabeza).
“MONICA”:    (entre decepcionada y alegre). ¡Pedro, amorcito! (Pedro emerge sacudiéndose la tierra de su ropa y tosiendo para despejar sus pulmones.)
BAIOCCHI:    ¿Qué pasó con la cuerda?
PEDRO:    (altivo)  Me la solté, no soy persona para andar atado como un mono.  Se equivocaron, muchachos.
“MONICA”:    ¿Por qué no te escapaste?
PEDRO:    (vacila) Porque había quedado en volver ¿no? Hubiera sido traicionarlos, y yo seré el rey de la falopa, como dicen ustedes, pero no soy traidor. Hasta los hijos de puta como yo tienen códigos.
“MONICA”:    No  te animaste…
RULO:    (impaciente) Dale, che, contá lo que viste, contá.
BAIOCCHI:    (mirando su reloj) Primero corramos el mueble que ya va a venir la fiera (lo hacen con cierta lentitud, compungidos).
PEDRO:    Desde aquí hasta la salida hay cuatro minutos, más o menos. El desplazamiento es bastante cómodo, el tal Lorenzo trabajó bien.
BAIOCCHI:    ¿Qué hay a la salida?
PEDRO:    El túnel sale a algo así como un baldío… delante del agujero hay un arbusto que me ocultaba bastante bien (se entusiasma)Ví pasar un ómnibus, el ciento veintitrés, que a veces tomaba cuando era chico para ir a lo de una tía.
“MONICA”:    (en voz baja) Y no te escapaste.
 PEDRO:    Ví pasar dos minas que estaban diez puntos, una movía el culo así (la imita y Rulo y Baiocchi se ríen)
(Súbitamente vuelve a a escucharse la voz autoritaria e incomprensible. Es idéntica a las anteriores, así también la actitud de los cuatro)
PEDRO:    (muy nervioso) ¡Lo sabe! ¡Sabe que estamos planeando escapar!
RULO:    A mí no me pareció eso.
PEDRO:    Vos no escuchás lo que no querés escuchar, lo dijo clarito.
 BAIOCCHI:    Siga contando, Pedro, siga.
PEDRO:    (extrae algo de sus ropas) Ví algo muy curioso (hace una pausa de algunos segundos, impresionado) Pocos metros antes de la salida, dos o tres nada más, el túnel se ensancha bastante. Hay espacio para sentarse y hasta para acostarse… (los demás lo escuchan con sumo interés) En el suelo había restos muy viejos de comida. Cajas con sus letras borradas, latas oxidadas como ésta (la muestra)
BAIOCCHI:    (tomándola en sus manos)Sardinas… (lee con dificultad) “Fampimar”… Hace mucho que desaparecieron del mercado.¿Se acuerdan? (imita un anuncio publicitario) “ ¿Cómo como como? Como como como porque como sardinitas “Fanpimar”
“MONICA”              (reprochante) “Tordo”, ¿a usted le parece que son momentos para boludeces?
PEDRO:    (vacilante) Había también… huesos… Huesos grandes.   
RULO:    Serían de vaca.
PEDRO:    (en un susurro) Más chicos …
“MONICA”:    (se tapa la boca con sus  manos) ¡Lorenzo…!
(Silencio)
BAIOCCHI:    Quizás haya sido algún vagabundo que aprovechó el túnel para usarlo como vivienda.
“MONICA”:    (con la lata en la punta de sus  dedos, muy impresionada)  No, eran de Lorenzo, le pasó  lo mismo que a vos amorcito, no se animó a salir. 
PEDRO:    (amoscado) Yo no quise salir, me escuchás, tarada, no quise, por ustedes, para no  traicionarlos.
RULO:    (apenado) Estábamos a punto de seguirte…
“MONICA”:    Hubiera sido lo mejor, ya nos hubiéramos escapado y no seguiríamos como idiotas aquí perdiendo el tiempo (se  arranca la peluca, se  masculiniza) Yo ya estoy harto de hacer aquí de “Mónica”, y ustedes también están hartos de ustedes mismos, de estar juntos, de todo, pero esevidente que hay algo de este encierro que nos retiene, que nos resistimos a perder…
BAIOCCHI:    Mónica tiene razón. La libertad atemoriza. De otra manera ¿cómo se explican el  fascismo, Hitler, Mussolini, Pinochet? … ¿Cómo es posible si no que tanta gente haya aceptado sin problemas a Videla, a Massera, a Martínez de Hoz? Renunciamos a nuestra libertad con tal de que sean otros los que decidan por nosotros (señala con su pulgar hacia arriba),  cambiamos libre albedrío por sometimiento
“MONICA”:          Que otros nos impongan su verdad así no tenemos que buscar y defender la nuestra
PEDRO:    Yo no me enteré de lo que pasaba…
(Silencio)
BAIOCCHI:        (golpeando la mesa, como  despertando) Está bien, basta  de vacilar, vamos a planear la fuga…
“MONICA”:    ¿Planear? Es cuestión de correr la mierda ésa, meterse en el agujero, arrastrarse hasta la salida y empezar a correr.
RULO:    (entusiasmado) Vamos, ¿qué esperamos?(Vuelven a correr la estantería, con distintos fervores, descubriendo la boca del túnel). ¡Yo voy primero!
PEDRO:    (con vigor) Esperá, no te hagás el rana.
BAIOCCHI:    No es lo mismo ir primero que último, Rulo. 
PEDRO:    El primero tiene más chances que los que vienen después.
“MONICA”:    (decidida a terminar con el asunto). Sorteamos (arranca pajas de una escoba ) el que saque la más larga va primero. Y al que le toque la más corta, último.
BAIOCCHI:    No me parece el mejor sistema. Empleemos la razón, busquemos la justicia. Seamos ecuánimes entre nosotros.
PEDRO:    Tiene razón el “tordo”, algunos de nosotros tenemos más razón que otros para salvarnos.
RULO:    (impaciente) Votemos, entonces.
BAIOCCHI:    ¿Votar qué?
“MONICA”:    Si es por sorteo o por… (vacila)
PEDRO:    Por lógica.
“MONICA”:    Por lógica.
RULO:    Los que están por el sorteo que levanten la mano (la levantan Mónica y él)
PEDRO:     (burlón, hostil) ¡Qué bien que se llevan ustedes dos!
“MONICA”:    Empatamos.   
(Silencio)
BAIOCCHI:    El derecho me corresponde porque de todos nosotros el que más beneficios puede hacer a la humanidad soy yo, porque aunque no tengo título, esa absurda convención social, he salvado muchas vidas y podré seguir haciéndolo cuando esté libre…
RULO:    Por favor, “tordo”, si usted es peor que el que me enyesó la gamba.
BAIOCCHI:     (con la sangre en el ojo) ¿Usted está seguro de que va a lograr que su vida sea distinta, Rulo? ¿De que su padre le va a hablar, que la pierna no le va a doler más, que va a poder enamorarse de una verdadera mujer?
RULO:    (vacila) Voy a  intentarlo. Soy joven, soy.
BAIOCCHI:    (“touché”) En eso tiene razón, usted es joven, todavía tiene tiempo para equivocaciones y correcciones.
PEDRO:    Sería mejor que escuchásemos los argumentos de cada uno sin discutir.
“MONICA”:    (entra en el juego) Podríamos dar puntaje, como en la tele, y el que junta más puntos, gana.
RULO:    Dale, está bien (“Mónica” hurga hasta encontrar un cuaderno al que arranca hojas que distribuye para cada uno).
PEDRO:    Mi turno. Yo tengo que tener más chance que ustedes porque soy el único que tienen posibilidades de ganar buena“mosca”. Cuando sea otra vez sea rico me comprometo a conseguir su libertad.
BAIOCCHI:    Todo hombre tiene su precio, decía Napoleón.
PEDRO:            Y en este país son baratos. Las mujeres también. Lo digo porque ahora hay muchas juezas (“Mónica” anota y luego hará circular un lápiz entre los demás) Ah, me olvidé de decirles que a la salida del túnel hay otra inscripción…en realidad es la misma pero está completa (saca un     papel de su bolsillo, los otros lo escuchan anhelantes)  No era “mister mumú” sino  algo extraño (lee con dificultad) “Miserrimum est timere…”.
BAIOCCHI:     Eso es latín.
PEDRO:     “Miserrimum est timere, cum speres nihil”.
BAIOCCHI:    (impresionado) “La mayor miseria es tener miedo cuando no hay nada  que perder”… Apostaría a que es de Séneca. Se ve que el tal Lorenzo, o quien fuese, era un tipo culto.
“MONICA”:    (iluminada) ¡Es un mensaje para nosotros!  Ahora me tocaargumentar a mí. No perdamos más tiempo.
RULO:    No, a mi.
“MONICA”:    (Vuelve a ponerse la peluca) Las mujeres primero (Rulo cede, ablandado por el mohín de “Mónica”) La que tiene que salir soy yo…
PEDRO:    (colérico) Escuchame, putita, terminala con las sonrisitas porque voy a perder la paciencia.
“MONICA”:    ¿Qué pasa, amorcito?
PEDRO:    No te hagas la pelotuda que después el  jeropa éste no puede dormir.
(Rulo amaga atacar a Pedro, Baiocchi, se interpone).
BAIOCCHI:    Muchachos, tenemos cosas importantes por resolver. Cuando estemos afuera les voy a alquilar el Luna Park para que se peguen hasta sacarse el gusto.
RULO:    (sosegándose) Qué viejo que es usted, “tordo”, en el Luna ya no hay boxeo, no hay.
(En silencioso acuerdo, todos colaboran para volver a tapar el agujero. Repentinamente Rulo se desliza dentro del agujero y desaparece. Los demás quedan atónitos por un segundo)
PEDRO (rabioso): ¡Se rajó, el hijo de puta se rajó!
BAIOCCHI (idem): ¡Nos traicionó!
PEDRO (toma el cuchillo de Rulo debajo de su colchón): ¡Lo mato! ¡Cuando lo alcance te juro que lo mato!(se introduce en el agujero)
“MONICA” (frenética): Esperame, amorcito, voy con vos (se introduce en el agujero) 
BAIOCCHI: Está claro, el odio es más fuerte que el anhelo de libertad. Podría haberlo dicho Séneca (desaparece sin apuro por el agujero, resignado)                                                

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