Che: el argentino que quiso cambiar el mundo

El libro describe con detalle la biografia humana y politica del Che. Su asma recurrente y perpetua, sus deseos de combatir la injusticia, la lucha por la igualdad de los pueblos, su pelea frente al imperialismo “yanki, ” incluso sus diferencias con los lideres de la URSS. Escrito con detalle y agilidad, este libro recorre la infancia, juventud, combates, decisiones transcendentales, familia y amores de este icono de la izquierda mundial. No es una biografia al uso. Se trata de un libro ameno, escrito con brillantez literaria que aporta nuevos datos gracias a la minuciosa investigacion que el autor ha llevado a cabo con mujeres y hombres que conocieron al Che y con documentos descatalogados de la CIA. Fragmento: “Che” (Cap.66) Es en 1964 cuando Ernesto Guevara comienza a pensar en Bolivia como un posible escenario de batalla contra el imperialismo.  Manuel Piñeiro (Barbarroja), quien fuera nombrado por el Che al frente de “Liberación”, un organismo creado para apoyar los movimientos revolucionarios en América, recuerda: “El golpe del general Barrientos abrió en Bolivia un período de intensa represión pero también de interesante resistencia del movimiento popular, particularmente de los mineros y los estudiantes. Desde entonces el Che siguió con atención el desarrollo de los acontecimientos bolivianos. Dos años más tarde, estando ya en Tanzania y seguramente vislumbrando el resultado negativo de esa operación, decide enviar a José María Martínez Tamayo (Papi) a Bolivia para evaluar la situación”. Curiosamente durante su experiencia boliviana y a pesar de la falta de apoyos el Che no buscaría el contacto con esos sectores politizados y se obstinaría en una guerrilla exclusivamente rural, obcecado en la idea de que lo que había funcionado en Cuba debía también hacerlo en otros lados. Ese sería uno de sus principales errores. Su enviado confirmaría  el criterio de que era una opción viable ya que existían condiciones políticas mínimas y cuadros bolivianos con experiencia, algunos de los cuales habían tomado parte en la ayuda a la guerrilla de Masetti en Argentina y a la de Béjar en Perú. Pero las primeras elecciones del Comandante Guevara seguirían siendo Argentina y Perú, sólo si éstas fueran descartadas  se le asignaría alguna chance a Bolivia, sobre todo porque su Partido Comunista era el que se había mostrado más dispuesto a colaborar, tal como lo habían expresado en sus comunicaciones con Fidel. Aún en ese caso el foco boliviano sería, estratégicamente, sólo una base de entrenamiento, de irradiación  y de abastecimiento para la guerrilla en aquellos países. Convencido ya de su fracaso en el Congo, el argentino habría previsto que si alguna experiencia sudamericana era exitosa a partir de allí surgirían y evolucionarían otras columnas guerrilleras conformadas por combatientes de diversas naciones del Cono Sur, esto provocaría como reacción una alianza entre los gobiernos y los ejércitos de los países fronterizos apoyados por el imperialismo yanqui. Ello contribuiría aún más a la propagación de la lucha armada revolucionaria en la región por lo que dio en llamarse “la profundización de las contradicciones del sistema”, la cual se tornaría en un escenario de cruentas, largas y difíciles batallas que más tarde o temprano llevarían a la intervención norteamericana. Ese sería, por tanto, la vía de generación de “otros Vietnam” a los que él convocaría en su  “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”. Entre marzo y julio de 1966 el Che desaparecerá de la escena política internacional. Deprimido y sin horizonte político cierto, irreconocible en su nuevo disfraz, después de su fracasada expedición al Congo el argentino-cubano saldrá de Dar Es Salaam con destino a Checoslovaquia donde pasará varios meses replanteándose su futuro, que no puede ser sino diagramar una nueva aventura guerrillera. Acompañado por sus dos custodios de mayor confianza, Villegas  y Coello, el Comandante Guevara pasará sus días en Praga encerrado en un pequeño departamento, dedicado la mayoría del tiempo a la lectura y a escribir, con gran honestidad autocrítica, su experiencia en el Congo en un diario dado a conocer treinta años más tarde lo que despertó en algunos las sospechas de haber sido manipulado o censurado en partes que pudiesen haber sido incómodos para Fidel o para su familia. Es de suponer también que durante aquellos meses de clandestinidad en un escenario que le era tan ajeno, siguiendo con su inveterada costumbre de escribirlo todo acerca de sus experiencias y sus pensamientos, haya volcado también en páginas, además del diario congolés, su especial estado de ánimo luego del fracaso africano, de la lectura de su carta por Fidel y el consiguiente regreso prohibido a Cuba, del acoso a que lo sometían las dos mayores potencias del mundo, de la dificultad de imaginar con entusiasmo  sus próximos pasos. Es seguro que sus escritos habrán contenido ríspidas críticas hacia sí mismo y hacia otros protagonistas de su vida, lo que podría justificar la supuesta inexistencia del “diario de Praga”. El Che desconfiaba de los servicios de seguridad checoslovacos, prosoviéticos, a tal extremo que ha pedido garantías a Manuel Piñeiro, director de ‘Liberación’ y encargado de la operación de “rescate” del Congo, que su salida de África sea manejada solo por los servicios cubanos. La identidad del Che en Praga debería mantenerse en absoluta reserva pues sabía que si la KGB se enteraba, de inmediato también lo sabría la CIA. Había logrado el milagro de unir a las potencias ferozmente enfrentadas en la “guerra fría”, ambas deseosas de eliminarlo  de la faz de la tierra. El viejo sueño “andino” del Che rejuvenece bajo la luz de la bombilla de su pequeño cuarto de Praga. No en vano, cuenta Benigno, meses después y ante el objetivo de una cámara, con el pecho subiendo y bajando anhelante por el asma, se había erguido sobre su mula escuálida y gritado elevando el brazo hacia el cielo: “¡Aquí va el nuevo Bolívar, libertador de América!”. Según testimonios brindados por su entorno de aquellos últimos meses en el Congo, en primera instancia el Che habría sopesado la posibilidad de ingresar al Perú, país al que consideraba el nuevo frente de lucha en Latinoamérica pues allí  había una guerrilla en desarrollo que alentaba esperanzas  de consolidación y expansión. Pero las sucesivas derrotas sufridas por el Ejército de Liberación peruano sumadas a la evidencia de que sus filas estaban gravemente infiltradas por el gobierno como lo demostraban el apresamiento y el asesinato de la mayoría de sus dirigentes obligaron a Guevara a cambiar de planes. Por su parte Angel Bauer (Lino), hombre de los servicios de seguridad cubanos, atestigua la intención obsesiva de Guevara de trasladarse a la Argentina: “Lo planteó en una forma muy heroica, casi sin condiciones. Era como quedarse a la orilla del lago Tangañika sin ningún apoyo, quedarse combatiendo a campo descubierto contra una fuerza muy superior que él no dudaba que lo doblegaría”. ¿Estaba tan deprimido el Che que se imaginaba un suicidio heroico?¿Fue muy distinto a esto lo que sucedió meses después?. Fidel Castro le insiste que regrese a Cuba pero el argentino se niega. ¿Es tanta su vergüenza de regresar derrotado a ese país que lo venera? ¿Es tanto el rencor que le guarda a Fidel por haber violado su promesa de leer su carta solo en caso de que muriese en acción? ¿O tiene informes de que allí se atentará contra su vida en una acción posiblemente combinada de varios servicios secretos? El Che  responde que prefiere quedarse en Checoslovaquia organizando la próxima acción, todavía de destino incierto. Fidel insiste, como puede leerse en la carta publicada recién en 1999: “Tu estancia en el llamado punto intermedio (Praga) aumenta los riesgos: dificulta extraordinariamente las tareas prácticas a realizar; lejos de acelerar retrasa la realización de los planes y te somete, además, a una espera innecesariamente angustiosa, incierta, impaciente”. A continuación se estirará en una estocada a fondo y escribirá que no comprende su dificultad de regresar a  Cuba: “Ni hoy ni mañana ni nunca nadie podría considerarlo una falta, y menos que nadie tú ante tu propia conciencia. Lo que sí sería una falta grave, imperdonable, es hacer las cosas mal pudiéndolas hacer bien. Tener un fracaso cuando existen todas las posibilidades de éxito”. El astuto presidente cubano seguramente había previsto el efecto que la palabra “fracaso”, a la que no había sido necesario anteponerle “otro”, hará en el Che. El agente Bauer indica: “Se da un juego con Fidel para que no vaya a la Argentina y regrese a Cuba. Fidel manda a Aleida y a otros a verlo. El Che quería ir directamente a Buenos Aires”. Castro, preocupado, le trasmite la necesidad de “hacer un análisis lo mejor posible sobre estos temas, sobre todo teniendo en cuenta el interés práctico con relación a los planes en la tierra de Carlitos”. “Carlitos” es Carlos Gardel, el emblemático cantor de tangos argentino. Bauer, que mucho sabe por haber intervenido directamente en el asunto, afirmará que “Fidel inventa Bolivia, usando recursos que existen en ese país, para convencerlo de regresar a Cuba y no ir a la Argentina”. Ha dicho “inventa”, igual que Humberto Vázquez Viaña (Humberto) pondrá a un libro suyo el título “Una guerrilla para el Che”. Y esa preposición “para” aspira a dar una clave del fracaso de la acción y de la muerte de su jefe. Por fin, el 19 de julio de 1966 el Che iniciará, en compañía de Alberto Fernández Montes de Oca (Pacho), su peregrinaje de retorno a Cuba. Portando pasaporte uruguayo y bajo el nombre de Ramón Benítez, Guevara partirá de Praga en tren hacia Viena, luego seguirá una pequeña escala en Zurich desde donde se dirigirán a Moscú. Desconfiado, cambiará otra vez de identidad y pasaporte para abordar el avión definitivo que lo trasladará a La Habana. Sobre el tiempo compartido con el Che en Praga, Montes de Oca, quien dejará su vida en Bolivia, testimonia: “Estuve con él hasta que decidió regresar a Cuba.  Vivíamos en zozobra. No salíamos a la calle y cuando lo hacíamos íbamos a las afueras de Praga, a restaurantes alejados de la ciudad, en el campo. Yo llamaba mucho la atención (por ser negro), las camareras me tocaban el pelo, y entonces un día el Che me dijo: ‘Mira, no me vayan a descubrir por ti, porque tú llamas mucho la atención, donde quiera que vamos te miran, tienes el privilegio de ser negro y por eso en algunos lugares te discriminan pero  aquí te admiran, entonces  voy a pedirle a Fidel que te regrese y  que me mande a otra gente’ “. Para ingresar en territorio cubano Guevara mantendrá su férrea clandestinidad y, salvo los encargados de la operación, sólo su esposa Aleida y Fidel Castro sabrán de su presencia en Cuba. Ni siquiera cuando visita a sus hijos se dará a conocer.
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