MONTEAGUDO, PIONERO Y MÁRTIR DE LA UNIÓN AMERICANA

En el Encuentro de Guayaquil entre San Martín y Bolívar, el tema que más los ocupó fue la unión americana. Es decir, qué gobierno, qué organización política y social podría darse para que no se produjera la disgregación, la balcanización de las nuevas naciones atentos a que existía una decisión del Foreign Office británico de romper las nuevas naciones para hacerlas más dominables, menos autosatisfactorias. Lamentablemente ese proyecto se cumplió fragmentando nuestro territorio, por ejemplo,  en cuatro países. La idea de crear una gran nación cuya extensión abarcara lo que es hoy Hispanoamérica ya fue expuesta por Francisco Miranda, un gran precursor venezolano que con sede en Londres  hacía todos los esfuerzos para que pueda consolidarse la independencia de las colonias dominadas por España. Fue él quien propuso el nombre de Colombia para designar esta futura y deseable gran nación americana. Simón Bolívar toma la posta en su Carta de Jamaica de 1815, cuando expone, luego del fracaso de su intento revolucionario, un proyecto de independencia: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión comunes deberían, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse”. Ya entonces, en 1815, propone a Panamá como la sede de un Congreso que debía nuclear a todas las nuevas naciones para darse esta forma de gobierno conjunto; “Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración.” Otra frase de Bolívar es “para nosotros la patria es América”.

Simón continuó empeñado en este gran proyecto, y cuando consideró que estaban las condiciones necesarias lo puso en marcha. Su delegado Mosquera, en julio de 1822 llega a Lima para entrevistarse con San Martín, por ese entonces Protector del Perú. Éste lo recibe con los brazos abiertos y comienza una tenida con su canciller o mano derecha, un prócer argentino extraordinario y no suficientemente reconocido, Bernardo de Monteagudo.

Monteagudo fue un hombre de un humilde origen, tucumano, que llegó a Chuquisaca, en el Alto Perú, porque luego de quedar huérfano fue enviado allí bajo la protección de un tío cura. Ingresar a la Universidad de Chuquisaca donde se han formado la mayoría de los patriotas de mayo (Paso, Moreno, Castelli, los hermanos Rodríguez Peña, etc.)

Fue un hombre de una gran pluma, capaz de ideologizar lo que vivía, que puede leerse hoy en día con gran fluidez. Un hombre que fue de confianza de Alvear, redactó la Declaración Independista de Chile por su proximidad con O’Higgins y también de gran confianza del Libertador José de San Martín.

San Martín y Monteagudo se “hacen carne” de la idea bolivariana y establecen un acuerdo para concurrir a la reunión en Panamá y suscriben las cláusulas de ese tratado.

En 1822 San Martín abandona el gobierno peruano y se retira a la Argentina pero Rivadavia y los suyos le hacen la vida imposible y debe exiliarse en 1824 para no volver nunca más a su Patria, que tardará 30 años en repatriar sus restos. Quien sigue la posta de San Martín es Monteagudo, quien pasa a ser el hombre de confianza de Bolívar; o sea Monteagudo se encontraba siempre en la parte más activa de la revolución americana. Redacta entonces un ensayo sobre la “Necesidad de una federación general entre los estados hispanoamericanos y plan de su organización” que es de alguna manera el antecedente del Congreso de Panamá.

En 1826 se reúne el Congreso de Panamá, designado también como Congreso Anfictiónico de Panamá). El anfictionismo era la costumbre de la Grecia antigua de que cuando provincias, estados y ciudades tenían necesidad de dirimir ciertos asuntos se juntaban en asamblea y trataban de resolver las situaciones que estaban pendientes entre ellos. Bolívar tomó el nombre y lo llamó Congreso Anfictiónico de Panamá.

¿Por qué Panamá? Bolívar decía que de crearse una capital del mundo estaría en Panamá. Era un lugar que daba hacia Asia, o sea al Pacifico, y hacia Europa y África, es decir, hacia el Atlántico. Estaba en el centro del mapa y conectaba América del Norte con America del Sur. Bolívar resaltó la ubicación y el valor simbólico de Panamá.

Bolívar, finalmente, cita al Congreso el 7 de diciembre de 1824 (pocos días antes de la Batalla de Ayacucho, batalla que sella la independencia americana). El Congreso se reúne en 1826 con no pocas dificultades.

Quería leerles algunos párrafos del escrito de Monteagudo:  “Ningún designio ha sido más antiguo entre los que han dirigido los negocios públicos, durante la revolución, que formar una liga general contra el común enemigo y llenar con la unión de todos el vacío que encontraba cada uno en sus propios recursos.” Digamos que Monteagudo interpretando la idea de Bolívar y de San Martín cuando habla del común enemigo no solo estaba hablando de España, que ya estaba prácticamente retirada sino que hace referencia a los Imperios que después de la caída de España vendrían a tratar de ocupar su lugar, sobre todo Inglaterra. Recordemos que el texto de Monetagudo decía “estados hispanoamericanos . Es así que afirmaba que Brasil no debía participar: “no debemos ver con aquietud de la confianza el nuevo Imperio de Brasil, es preciso decir con sentimiento que aquél soberano no muestra el respeto que debían las instituciones liberales cuyos espíritus le puso en cetro en las manos. Así es que en el tribunal de la Santa Alianza (reunión de países absolutistas, -Zar de Rusia, Emperador de Austria, Rey de España- formaron esta unión que pretendía, actuando todos juntos reprimir las sublevaciones en las colonias americanas, es decir colaborar con España en la idea de sofocarlos y volver a la situación previa). “Así es que, en el tribunal de la Santa Alianza,(hablando de Brasil) el proceso de Pedro I se ha juzgado de diferente modo que el nuestro.” De alguna manera Monteagudo plantea que hay que solucionar quienes son los países que van a existir.

Monteagudo propone, en ese momento, como aliado a Gran Bretaña, porque  Gran Bretaña significaba el no al monopolio de España. El comercio con ese país en aquel momento tenia un sentido de consolidación independista. También propone citar a los Estados Unidos de Norteamérica, seguramente influido porque en 1822 (poco tiempo antes) el presidente Monroe había lanzado la consigna “América para los americanos” que , con una elasticidad semántica, quería decir que “de América nos ocupamos nosotros”. “El pueblo de estos estados”, refiriéndose a Estados Unidos afirmaba Monroe, “no vería sin una seria inquietud cualquier intervención armada de las potencias aliadas de Europa a favor de España”. En ese momento la declaración de Monroe era un alivio porque lo que más preocupaba a los patriotas independentistas era la llegada del poderoso contingente español que estaba preparando Fernando VII para abortar la revoluciones americanos con el apoyo de  la Santa Alianza.

Para Monteagudo la necesidad de una forma de liga americana consistía en concretar la unidad con un pacto militar de defensa de la independencia general para todo el continente y en particular para cada comarca, por medio de una contribución de tropas y de subsidios que debían poner los confederados en caso de necesidad. El proyecto de Monteagudo y Bolívar significaba que se formaba un ejercito supranacional al cual deberían contribuir los distintos estados y establecieron cuantos soldados, marineros y dinero deberían poner cada uno. Este principio quedaría fijado en los artículos que van del uno al diez de la soluciones del Congreso Anfictiónico de Panamá donde claramente se establecía la fijación de los contingentes marítimos y terrestres de cada miembro, condiciones, cantidad de tropa y barcos, etc.

En cuanto a la paz, se establecía  que era necesaria con las naciones confederales en la liga. Establecer un criterio de que no iba a haber conflictos y de haberlo, iban a ser dirimidos en la asamblea. También la paz con las naciones americanas que no estuvieran incluidas en la liga y también se ocupaba de la paz dentro de las naciones confederadas. La idea era que las otras naciones podían intervenir para evitar la anarquía, que era uno de los grandes peligros, una de las grandes amenazas que vivían por entonces las revoluciones.

El libre comercio era una manera de oposición al monopolio, pero también hay una propuesta de libre circulación en el articulo 23 de la declaración de Panamá: “Los ciudadanos de cada una de las Partes contratantes gozarán de los derechos y prerrogativas de ciudadanos de la República en que residan, desde que, manifestando su deseo de adquirir esta calidad ante las autoridades competentes, conforme a la ley de cada una de las potencias aliadas.”; El 24 agregaba con cuidadosa atención: “Si un ciudadano o ciudadanos de una República aliada prefiriesen permanecer en el territorio de otra, conservando siempre su carácter de ciudadano del país de su nacimiento o de su adhesión, dicho ciudadano o ciudadanos gozarán, igualmente, en cualquier territorio de las Partes contratantes en que residan, de todos los derechos y prerrogativas de naturales del país.”. Esto me hace acordar a un extraordinario decreto de San Martín cuando gobernaba Perú, seguramente también estimulado por Bernardo de Monteagudo donde decía que: “todo americano que este a favor de la revolución es por naturaleza Peruano”, Es decir, todo americano que estaba a favor de la revolución era Peruano, Colombiano, Venezolano; no había nacionalidad, había una sola nación que era la Patria Grande, esa era la idea de San Martín gobernando. Monteagudo sabía que había enemigos internos y externos, que había una oligarquía desplazada que abogaba por volver.

En su texto en distintos momentos se habla del Congreso de Viena, donde se estableció la constitución de la Santa Alianza que estaba a favor del absolutismo, a favor de la restauración monárquica y era contrario a la voluntad popular. La idea del Congreso de Panamá era establecer principios absolutamente antagónicos a los del Congreso de Viena.

Bolívar convoca al Congreso Anfictiónico en 1824 y  Perú, Colombia, Venezuela, Guatemala aceptan. Chile contesta que sí, pero no va. La Argentina de Rivadavia contesta que no, y se dedica a sabotear el Congreso. Rivadavia, a quien hemos premiado con la avenida más larga del mundo, era un hombre que cumplía al pie las decisiones de política exterior inglesa. Por supuesto la idea de los grandes imperios era sabotear esta posibilidad que surgiera en la faz de la tierra una asociación extraordinariamente poderosa. Rivadavia responde que le parece muy bien, pero que no asistiendo un delegado de Gran Bretaña, las Provincias Unidas del Río de la Plata se van a abstener de concurrir. Justamente, si había motivos claros para Bolívar era que era la necesidad de una asociación de los nuevos países era para contrarrestar los ímpetus de otros imperios que iban a venir a ocupar el lugar que hasta entonces ocupaba España. También es traicionado por su vicepresidente Santender que, por su cuenta, invita a los EE.UU.

¿Qué esta pasando en esos tiempos tan alborotados?. Algo decisivo es el asesinato de Bernardo de Monteagudo el 28 de enero de 1825. Es muerto en Lima, cuando ingresa anticipándose a la llegada de Bolívar, por un sicario llamado Candelario Espinosa, un crimen que sigue siendo un misterio. Bolívar lo llama a Espinosa y le dice “te voy a salvar de la ejecución que te merecés si en secreto estando vos y yo solos me contás quién te pagó para que asesines a Bernardo”. Espinosa es salvado de la muerte, así que evidentemente le cuenta a Bolívar pero éste nunca realizó ningún comentario sobre el caso. Algunos dicen que el crimen fue por celos desde el entorno político de don Simón por el espacio que había ganado el argentino, otros que fue un “problema de faldas”, y otros que pudiera haber sido por el disgusto de algunas instancias poderosas por el proyecto de Panamá, considerando que si se mataba a Monteagudo el Congreso perdía vigencia. Cosa que sucedió, pues se realizó pero el resultado del mismo no fue lo que hubieran deseado Monteagudo, Bolívar y seguramente San Martín.

No concurren Brasil, Argentina ni Chile. y hay otras circunstancias importantes que contradicen el objetivo de Panamá. En 1824 San Martín se va al exilio y no regresa más. En 1825 se independiza Bolivia de Argentina. Cuando Sucre vence en Ayacucho ocupa lo que era el Alto Perú, parte de nuestro territorio, y avisa a Buenos Aires gobernada por los unitarios que va a llamar a un plebiscito para que los altoperuanos decidieran si querían unirse a Perú, si querían seguir unidos a la Argentina o si pretendían ser independientes. Imaginen ustedes qué es lo que contestaron. La oligarquía porteña con la mirada puesta en Europa contesta “haga lo que quiera”. Por lo cual Sucre hizo lo que quería hacer, independizar al Alto Perú.

Solamente Bolívar se opuso a ese atroz desgarro de nuestro territorio. Uno de sus principios era la idea del “uti possidetis juris”,  una forma de evitar los conflictos entre naciones confederadas, que significaba “lo que tienes es lo que tendrás” para impedir los problemas limítrofes. Bolívar le escribe a Sucre diciéndole que de ninguna manera le autoriza a que  separe el Alto Perú de las Provincias Unidas, que el Alto Perú pertenece a las Provincias Unidas. Sucre insiste con un argumento que quizás a cualquiera de nosotros hubiera convencido; le dice que el país nuevo llevará su nombre “República de Bolívar”, es decir, Bolivia.  

En 1827 se independiza el Uruguay, debido a la guerra argentino-brasilera. Aunque nuestro país vence en los campos de Ituzaingo, vence en el combate naval de Juncal,  Rivadavia a través de su emisario Manuel García entrega la Banda Oriental a Brasil, que la incorpora como Provincia Cisplatina. Eso se hace por designio del gobernador inglés Lord Ponsomby. Portugal era aliado de Inglaterra en la guerra y la corona Portuguesa estaba en Brasil, pues a raíz de la invasión napoleónica a la península ibérica había sido trasladada por Inglaterra. Luego, por acción de algunos patriotas como Manuel Dorrego, se decide que el Uruguay sea un país independiente.

En 1830 se produce el estallido de la Gran Colombia, Bolívar sufre la deserción de Venezuela y de Ecuador, y en 1835 se disgrega la Unión Centroamericana en varios pequeños páises.

Los tratados del Congreso de  Panamá nunca llegaron a ponerse en vigencia. Lo firmaron nada más que Perú y Colombia y se decidió volver a reunirse en Tacubaya (México) al año siguiente, pero ésta fue prácticamente una reunión inútil por la acción obstaculizadora de los delegados de los Estados Unidos en complicidad con algunos de las naciones hispanoamericanas, sobretodo México, que desconfiaban de las intenciones de Bolívar. Este exclamaría, decepcionada, “la Asamblea debía tomar acciones concretas y en cambio solo servirá para dar consejos”.

Sin embargo la clave de la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá fue promover la solidaridad de las naciones hispanoamericanas. Recordemos sus objetivos y nos daremos cuenta de la actualidad que tienen: Declarar la solidaridad de las naciones firmantes, afirmar el carácter irrevocable de la independencia hispanoamericana; expresar el deseo de lograr una paz justa con la antigua metrópoli,  establecer el principio de la conciliación y el arbitraje para resolver los conflictos internacionales; conceder la ciudadanía común a los habitantes de las naciones contratantes; rechazar la trata de esclavos declarándola un crimen contra la humanidad y esbozar los lineamientos de una futura organización internacional. La delegación mexicana propuso una cláusula o un tratado especial a fin de que las naciones hispanoamericanas se concedieran recíprocamente ventajas especiales en su comercio, pero su consideración fue diferida para el Congreso de Tacubaya.

Está claro entonces que aquel Congreso que anhelaron San Martín y Bolívar, que tuvo en Monteagudo su principal impulsor, lejos estuvo de ser un fracaso ya que ese espíritu es que hoy anima al UNASUR, al MERCOSUR, y otras asociaciones iberoamericanas.

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