ENCUENTRO CON JAVIER CERCAS
Lo primero que impresiona al entrar en el departamento de Cercas en Gerona es el desorden que desparrama libros, sobres y cuadernos sobre piso y sillas.
– No te creas – comentará, con una media sonrisa que sólo abandonará cuando la sonrisa se hace franca – Si necesito algo lo encuentro enseguida.
Es una persona cordial, sencilla, como si no se creyera eso del bestsellerismo y la fama que hace que un porteño transite la distancia que media entre Barcelona y su ciudad sólo para entrevistarlo.
– Nací en Cáceres, en un pueblo de nombre imposible de pronunciar. Mi padre fue uno de los tantos que en épocas de hambruna se trasladó al norte para buscar un mejor lugar bajo el sol.
Su hijo es hoy profesor de literatura española en la Univcersidad de Gerona.
– Fuiste también profesor en Estados Unidos.
– Sí, en la Universidad de Illinois.
– ¿Cómo fue tu experiencia norteamericana?
– Eso no era los Estados Unidos como uno se lo imagina, era estar en ningún lado, en medio de nada ni nadie, en campos infinitos…
– ¿Eres metódico para escribir?
– Antes más que ahora. Lo cierto es que si no escribo exploto, m vuelvo un ser peligros para mi familia y para la sociedad. Eol Estado debería pagarme para escribir, no por mérito sino por precaución, para evitar alguna tragedia (reímos) Ahora en serio, creo en la importancia del esfuerzo, que si te viene la inspiración, como decía Picasso, que te pille trabajando.
– Tu8 novela “Soldados de Salamina”es una mezcla de realidad u de ficción. Hay una trama habitada por personajes reales como Sánchez Maza, su hijo Sánchez Ferlosio, Roberto Bolaño. Tú mismo te incorporas pero como personaje ficticio pues te describes como NNNNNNNNNNN
– Siempre es así porque cuando traduces verbalmente lo real, lo estás modificando. Por eso el periodismo no es más que una versión de la realidad.
– “Soldados”es considerada una renovación de la novelística, ese género al que siempre se le está decretando la muerte pero nunca termina de morir.
– Mi novela es un banquete de muchos platos, la picaresca, lo biográfico, etcétera y eso no la hace renovadora porque eso, por ejemplo, ya estaba en ‘El Quijote” donde Cervantes lo inventa todo.
– El protagonista de “Soldados”es un fascista, Sánchez Mazas, quien se salva de ser fusilado, huye, se esconde pero un miliciano republicano, que va camino del exilio, lo descubre. Lo mira y cuando el jefe de su pelotón le pregunta si ha visto algo le responde que no y sigue su camino, salvándole la vida. Me parece que tu novela trata de esa mirada.
– Estoy de acuerdo. Sánchez Mazas fue un alto dirigente de la Falange, muy próximo a José Antonio. Un intelectual respetado que, en mi criterio, tuvo mucha responsabilidad en el horror de nuestra guerra civil. Como otros intelectuales de ambos lados. Porque los jóvenes matan por palabras, por palabras que ponen en acción los intelectuales. La diferencia con los filósofos es que estos tamizan las pasiones, las hacen racionales, en cambio los intelectuales se dejan llevar por las pasiones, las enervan. Y las consecuencias de ello son siempre trágicas. Hace poco leí un magnífico libro sobre el genocidio ruandés, “Una temporada de machetes”, y es notorio cómo esa tragedia fue fogoneada por intelectuales que prepararon y justificaron lo que sucedió. Lo mismo en la guerra de los Balcanes.
– Hay antecedentes también de intelectuales importantes identificados con el nazismo.
– Como Heidegger y Ezra Pound. O Sartre y Neruda con el comunismo.
– Tu Sanchez Mazas con el fascismo.
– Volviendo a lo de la mirada, creo que mi novela gira incesantemente en torno a ella y la cuenta desde distintos puntos de vista. ¿Por qué ese hombre no delata a quien muy posiblemente había reconocido como un fascista de nota?
– Tú das varias claves, como si de un thriller se tratase, para que el lector llegue a su propia conclusión. No delatas la tuya.
– Yo tengo mi idea.
– Quien te pone en contacto con Miralles, el anciano que despierta la sospecha de que podría ser el miliciano perdonavidas, es Roberto Bolaño, el escritor chileno fallecido hace poco meses. ¿Por qué lo incorporas?
– Porque es cierto que el conoció a Miralles en un campamento vacacional en Sitges. También porque era un querido amigo, desarraigado como todos los personajes de mi novela. El llegó a España en los 70, como tantos latinoamericanos, expelido de su país por Pinochet
– Tu libro ha vendido más de 500.000 ejemplares, se ha traducido a casi todos los idiomas, acaba de ganar en Gran Bretaña el premio a la mejor novela extranjera. ¿Puede ser que recién ahora, después de setenta años, puede comenzar a hablarse sobre la guerra?
– No, yo creo que se ha escrito mucho y bueno sobre el tema. Lo anecdótico es que mi editora me auguró que no la iba a leer nadie, salvo un puñado de viejos sobrevivientes…Una de las razones del éxito puede ser que es una visión de un nieto de la guerra. Mi padre no participó de ella, a ninguno de mis tíos lo mataron en aquellos años. Cuando Dostoievsky escribe “La guerra y la paz” es nieto y también lo es Faulkner cuando se refiere obsesivamente a la guerra de Secesión. Eso me lo marcó mi amigo Juan Marsé quien me confesó que al fascista de mi novela él lo hubiera matado en la primera página y lo comprendo porque él sufrió la guerra en persona. Yo no.