EL CHE Y LA RELIGIÓN

Octubre encontrará a los 17 combatientes que quedaban de la guerrilla en Bolivia atrapados en la quebrada del Yuro.  El Che y sus hombres permanecerán cuatro días casi sin moverse en una región descampada con poca vegetación, agazapados detrás de piedras o sumergidos en la hierba, viendo pasar efectivos del ejército delante suyo, bien armados y entrenados por los “boinas verdes” norteamericanos.

La última página del diario del Che, del día 7 de octubre de 1967, da cuenta de la conmovedora serenidad con que ese hombre exhausto, emaciado, asmático, hambriento y sediento, descalzo, enfrenta su final, convencido ya de la obstinación de ese destino que lo conduce aladamente hacia la eternidad de la memoria de los pueblos, símbolo, más allá de las ideologías,  del principismo, la ética, el coraje, valores que la sociedad moderna degrada hasta el envilecimiento:

‘Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones, bucólicamente’. Es la misma persona que no mucho tiempo antes, cuando era un alto funcionario recibido con honores por las máximas personalidades del mundo, comentará con el presidente egipcio, Gamal Nasser: “El momento decisivo en la vida de cada hombre es el momento cuando debe decidir enfrentar a la muerte. Si la enfrenta será un héroe, tenga éxito o no. Puede ser un buen o un mal político pero si no se anima a enfrentarla nunca dejará de ser sólo un político”.

Guevara siempre fue ateo. Cuando era pibe en Alta Gracia, ciudad veraniega cordobesa, organizaba partidos de fútbol entre ateos, su equipo, y católicos. En el poema a la “vieja María” escrito durante su exilio en Méjico, en homenaje a una anciana condenada a la muerte por la miseria, escribiría: “Ni reces al dios inclemente 
que toda una vida mintió tu esperanza”. 

Por eso sorprende que pocos días antes de enfrentar a; la muerte haya escrito un texto revelado en 1969 por el periodista Tomás Molina en el periódico “Los Tiempos”de Cochabamba y recogido por Albert Brun, quien era entonces  director regional de la Agencia France Presse. Se trata de un agnóstico, Guevara, esforzándose por recordar un texto de influencia religiosa de su poeta preferido, el gran León Felipe. El poema fue encontrado en la mochila del Che y conservado por un oficial que prefirió el anonimato.


Esta es la versión del Che:

“Cristo, te amo,

no porque bajaste de una estrella

sino porque me revelaste

que el hombre tiene lágrimas,

congojas,

llaves para abrir las puertas cargadas de la luz.

Sí… tú me enseñaste que el hombre es Dios,

un pobre Dios crucificado como tú.

Y aquel que está a tu izquierda en el

Gólgota, el mal ladrón,

también es un Dios.”

 

Y éste es el fragmento correspondiente de la versión original del poeta español:

 

“Cristo, te amo,

no porque bajaste de una estrella,

sino porque me descubriste

que el hombre tiene sangre,

lágrimas, congojas,

llaves, herramientas,

para abrir las puertas cerradas de la luz.

Sí, tú nos enseñaste que el hombre es Dios…

Un pobre Dios crucificado como tú…

Y aquel que está a tu izquierda en

el calvario, el mal ladrón

también es un Dios (…).

 

¿Podrá pensarse en un acercamiento del Che a Dios en el momento postrero?

No es ésa la opinión de su hija Aleida: “Mi padre nunca habló de Dios. Nunca conoció a Dios. Mi padre sabía que no había una verdad absoluta”. Pero, ¿quién puede predecir la reacción de un ser humano ante la inminencia de la muerte?

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